D urante muchos días, semanas...confieso, meses miré desvanecerse poco a poco la parte inferior del grueso volumen, que arrinconado en una esquina, me propuse no pocas veces rescatar. Lo dejé deshacerse, caer como caen las hojas en aquellos entrañables otoños que para bien o para mal son los que mejor me definen. Recordaba mi adolescencia. Recordaba lo mucho que había disfrutado las largas horas adentrándome en el placer de los sentidos, en la urgente necesidad de que ninguna de aquellas humildes frases me pasaran inadvertidas. Leí a Lin Yutang siendo un adolescente, durante mi periodo de lecturas asiáticas en busca de una visión de mundo más acorde con el lento deambular por las cosas que es lo mio. La Importancia de Vivir me otorgó no poco de lo que hasta la tarde en que escribo estas palabras sustenta mi manera de ver y sentir las cosas. Las amarillas y perfumadas hojas de este libro publicado hace tantos, tantos años, florecieron para mi repletas de líneas destacadas y anotacio