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Las personas se empeñan demasiado en conmemorar muchas fiestas que dan sentido a sus vidas y le acercan a aquella alegría que toda persona, que se precie de ser normal, debiese buscar. Los cumpleaños y la navidad son los más altos ejemplos de esto que nombro; sin embargo, no todas las personas logran encontrar recuerdos lindos que atesorar cuando llega el momento de conmemorar estas fechas.
He llegado a la conclusión de que más allá de lo que se tiene o no se tiene en materia de recursos materiales, son los adultos los encargados de justificar, velar y hasta ingeniárselas para que cada vez más personas tengan hermosos recuerdos de estas celebraciones. Muchos recordamos todavía estas fechas con tristeza y no importando los años que hayan pasado, es algo que hasta que no se tienen hijos, es muy difícil de superar.
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Navidad es una fiesta cristiana, lo que le hace extensiva a la mayor parte de nuestra cultura occidental. Tiempo de amor y de paz, pero también tiempo de angustia, egoísmo y frustraciones. Las tiendas se llenan de juguetes con los que todavía muchos niños y niñas no jugaran, las calles se cubren de luces y mares humanos que se lanzan a la feroz búsqueda de obsequios. El verbo amar se confunde con el verbo regalar y no siempre las personas recuerdan que son las pequeñas cosas las que solemos recordar.
No todos tienen en noche buena una cena y algunos, no obstante todo aquello que han logrado, se siguen sintiendo tan solos. Cada vez es más lo que en estas fiestas se ostenta y mucho más aun lo que se olvida a pesar de que en el aire se respira un no sé qué de nobles intenciones.
No puede ser feliz la navidad si llegamos a considerar que es normal que varias noches al año nazcan niños destinados a la pobreza. Me gustaría celebrar la navidad con todos aquellos que no conocen como encontrarle lo feliz a sus historias de penas y frustraciones; pero como no puedo, no me queda más que buscar cerca; sólo un poco más allá de mis seres más cercanos Todavía hay niños que en noche buena no reciben ni siquiera cariño, todavía hay padres que ignoran que sus hijos están ansiosos de detalles en navidad. Pensar en otros que habitan a las afueras de nuestras puertas puede ser que sea una bonita manera de empezar.
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Los cumpleaños suelen ser motivo de mucha alegría para algunos y un montón de recuerdos tristes para otros. Hay algunos que nunca tuvieron fiesta ni amigos que les invitaran a cumpleaños ajenos.
Se añoran más los cumpleaños de infancia que los de la adultez. Cumplir años para un niño es motivo de fiesta, sorpresas y alegrías, para un adulto debiera ser algo más que un pretexto para compartir con quienes todavía permanecen a su lado. Conocí hace poco a una persona maravillosa que me contaba que su cumpleaños era un momento sin igual en el acontecer del universo…no me lo dijo en broma; estaba convencida (imagino porque de esa manera lo aprendió) esperaba que al menos aquel día todos cuánto le conocían tuviesen un bello pensamiento dedicado a ella.
Crecí entre gentes que no celebraban sus cumpleaños; desilusionado de aquellos que prometían, pero no cumplían. Esperando pequeñas cosas y grandes afectos que no llegaron nunca. Me acostumbré a estar solo incluso en mi propio día. Me cuesta mucho celebrar con otras personas. Esa parece ser la regla; aunque ha habido excepciones que contradicen hasta al más agrio de mis argumentos.
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