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Mostrando entradas de noviembre, 2024

Prosas de barro

E ste era un gran año para publicar una novela que en la que vengo trabajando desde 2018. Cumplí cincuenta años y quería celebrarlos publicando un libro que espero quede bueno...pero, al parecer no aún el momento. Hace algunos meses confirme mi participación (por segundo año consecutivo) en La Feria Internacional del Libro y necesitaba presentar un libro nuevo que llenara, aunque solo fuera ligeramente, el vacío que me causaba el no haber sido capaz de terminar, ahora sí, el libro que espero tener listo para el próximo año. Fue entonces que, al igual que lo había hecho con los poemas políticos en No hay perdón para el olvido, publiqué una compilación de prosas. El titulo Prosas de barro me viene siguiendo desde mis primeros escritos; en esta compilación algunas de las antiguas prosas han sido reescritas desde una perspectiva un tanto distinta a la que tenían cuando fueron originalmente escritas. Incluí algunas que sentía que antes no estaban listas para ser hechas publicas y ahora sí. ...

Buster Keaton; A Hard Act To Follow

B uster Keaton era, en la acción, lo que Charlie Chaplin era en la sensibilidad. Inexpresivo a la vez que plástico y casi irreal en lo que se refiere a los riesgos que corría con la finalidad de ofrecer una buena película. Esta miniserie inglesa que se puede encontrar como un documental, dividido en tres partes, busca honrar aquel increíble legado de risas basadas en situaciones lo mismo absurdas que peligrosas. Keaton era un genio, un genio muy mal aprovechado cuando apenas comenzaba a repuntar una carrera que, de seguir creciendo, pudo haber puesto en serios aprietos al reinado de Chaplin en lo que respecta al cine mudo. A través de las casi tres horas de material expuesto pueden ser mucho mejor entendidas las malas decisiones, los problemas familiares y la tan mencionada dependencia del alcohol que suele ser señalada como la causa de la perdición de uno de los mejores creadores cinematográficos de todos los tiempos. Desde su carrera infantil y hasta sus postreras apariciones en tele...

El cuento de la princesa Kaguya (2013)

M e  acordé de La novela de Genji cuando estaba viendo esta película. La belleza de la pintura con acuarelas, el sonido del koto y tradiciones que poco o nada tienen que ver con las de las civilizaciones occidentales. También me sentí fascinado por la posibilidad de ver una película de Isao Takahata distinta con respecto a su animación más característica. La historia de la pequeña princesa que un campesino encuentra en una caña de bambú es hermosa lo mismo que trágica. Ya sé que hablamos del director de La tumba de las luciérnagas y principal responsable de las desventuras vividas tanto por Heidi como por Marco (ojala tengan la edad para entender el chiste). La niña que nació en un bambú crece muy rápidamente, con facilidad cautiva a todos cuantos la conocen y podríamos decir que vive una infancia pobre pero muy feliz. El hallazgo, por parte del padre, de riquezas en otras cañas de bambú es entendido como la señal inequívoca acerca del destino de la niña; entonces es trasplantada...

El problema

E l problema no está en que ahora haya tantos problemas: la falta de honradez, la mediocridad, el arribismo...el problema está en que cada vez más, vemos los problemas como algo que ocurre fuera de nosotros. La culpa la tienen los otros. Nos sentimos mal, y entonces hablamos mal. Se nos llena la cabeza y el alma de angustia, impotencia ante tanta banalidad e injusticia.      Escribimos como si en nosotros no hubiese error cuando el error más irremediable es no ser capaz de verse uno mismo claramente.     No es que desde siempre haya pensado así; también por muchos años cargué con el peso de todo aquello que tantos prefieren no cargar. Miré a los otros y me descubrí muchas veces molesto por todo cuanto no iba ni va bien. Pensaba por entonces que en el silencio se hallaba la paz, después le creí a quienes me dijeron que en la violencia estaba la solución a todos los males que aquejan a este y muchos otros pueblos. Ni la pasividad ni el encono me sirv...