Este era un gran año para publicar una novela que en la que vengo trabajando desde 2018. Cumplí cincuenta años y quería celebrarlos publicando un libro que espero quede bueno...pero, al parecer no aún el momento. Hace algunos meses confirme mi participación (por segundo año consecutivo) en La Feria Internacional del Libro y necesitaba presentar un libro nuevo que llenara, aunque solo fuera ligeramente, el vacío que me causaba el no haber sido capaz de terminar, ahora sí, el libro que espero tener listo para el próximo año. Fue entonces que, al igual que lo había hecho con los poemas políticos en No hay perdón para el olvido, publiqué una compilación de prosas. El titulo Prosas de barro me viene siguiendo desde mis primeros escritos; en esta compilación algunas de las antiguas prosas han sido reescritas desde una perspectiva un tanto distinta a la que tenían cuando fueron originalmente escritas. Incluí algunas que sentía que antes no estaban listas para ser hechas publicas y ahora sí. Son estos escritos una nueva excusa para la nostalgia que al parecer se me da bastante bien y, basado en las ventas, parece que la idea una vez más fue bien recibida.
Dice la contraportada del libro: Estas prosas de barro eran, hasta ahora, un proyecto largamente postergado. Algunos de los escritos que aquí aparecen habían sido publicados antes pero desde otra perspectiva y otro momento en la vida del autor. Volver a escribirlas, muchos años después, les otorga una sensibilidad algo más madura. En estos breves escritos también es posible encontrar textos que habían estado guardados por demasiado tiempo y que ahora pueden ser compartidos sin timidez alguna.
Prosas de barro pone frente a frente al adolescente que escribió en un otoño demasiado largo con el hombre que, cumplidos los cincuenta años, sigue buscando equilibrar las cosas que le cuesta decir con la ternura que hace rato le desborda.
En estos escritos los recuerdos, la sensibilidad y el amor incondicional por lo sencillo se vuelcan en palabras manchadas de tierra, en papeles lavaditos por la paciencia del agua que los volvió barro. Barro que se afirma en las manos de quienes no le tienen miedo a mancharse.
Esta compilación de emergencia de la que les cuento poco a poco ha ido ganando un espacio entre los otros libros que he tenido la desfachatez de compartir con personas que no me conocen pero han tenido la amabilidad de comprar el libro. Qué otra cosa podría esperar, por ahora.
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