Seguro que a muchos les encantaría que el mundo fuera realmente así; los seres humanos están condicionados desde su fecundación (aquí debiesemos escribir fabricación) para ser lo que tienen que ser, sin posibilidad alguna de ascenso social. Las naciones unidas en una sola gran nación, cordial y benefactora. No son necesarias las artes ni la filosofía y la sexualidad no es una expresión de amor sino que solo placer, entiéndase bien, en este mundo el goce está permitido al costo de no pensar.
Los que pudiesen llegar a ser diferentes, no son de ninguna forma castigados, tan solo se les aparta de la mayoría que continua disfrutando de sus trabajos, la música con aromas y colores y el cine que les permite sentir lo que los protagonistas sienten por medio de conectores en los asientos. Los diferentes son observados con compasión. No podría ser de otra forma pues el no ser como el resto se sabe produce graves contradicciones.
En este contexto aparecen seres con preguntas e inquietudes que no sabrá como responder el sistema. Un sistema demasiado ordenado como para detenerse en buscar respuestas para procederes que son normales desde siempre; normales son los cinco tipos de castas que se fabrican en los laboratorios para dirigir y trabajar según sea la función que se cumple en este mundo feliz, normal no cuestionarse y disfrutar de esta existencia que no conoce de guerras y mucho menos de los enfrentamientos sociales.
Los años han sido determinados por el nacimiento del más sabio hombre, nada menos que Sigmund Freud, aunque todo nace a raíz de una equivocación pues en el camino de la historia se confunden y funden Freud (padre del sicoanalisis) con Ford (Henry Ford; padre de la producción en masa) y juntos dan origen a las bases de un mundo perfecto. La producción, el placer y el conformismo como pilares de una sociedad que no conoce de falencias; eso hasta que aparece convertido en toda una celebridad un salvaje, ser fecundado por dos seres humanos que traerá más de un elemento nuevo ha este perfecto orden de cosas.
Que de qué estoy hablando, pues de “Un Mundo Feliz” obra cumbre de Aldous Huxley que sin duda se debe leer y conservar en la biblioteca de cualquiera que se precie de su maravilloso derecho a pensar por si mismo.
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