La mayoría de las personas que conocí en mi pueblo pequeño pertenecían y todavía pertenecen a los que están abajo. Esto de las posiciones sociales no lo inventé yo; eran y a pesar de los optimistas todavía son, y como va la cosa, parece que serán. La gente decente se encuentra en cualquier parte y entre los que están abajo ser decente es algo que según avanza la sociedad consumista parece ser cada vez menos práctico. A la gente pobre no le gusta ser pobre, no lo eligen...es por eso que trabajan, estudian y buscan organizarse junto a los suyos para heredarles a sus hijos un mañana mejor. Lamentablemente y debido a los caprichos de la política; cada vez menos de los que están abajo se dan cuenta que no es lo material lo que los saca de la peor de las pobrezas.
Los pobres de cosas son cada vez menos y los pobres de principios son cada vez más. La política, en todas sus vertientes (democracia, populismo, y otros cuentos varios) se ha encargado de legislar cada vez más para que todos tengan sin importar el cómo ni el cuánto les dure. Es un juego macabro en el que los electores son cada vez menos porque nada cuesta notar que nada eligen; las reglas del juego están escritas hace tiempo y quienes mandan el juego solo hacen adecuaciones para que, ojala, mucha gente quiera seguir jugando. Hay que trabajar para tener o aprender las reglas del juego; es decir, hacer los trámites de rigor para recibir algo de lo que cae de los de arriba, exigir esos derechos que dicen que todos tienen pero muy pocos en verdad conocen y desconfiar, de todo y de todos.
Los que están abajo ya no confían, ya no sueñan...son prácticos; o se sacan la mugre día a día o aprenden del sinismo de los que se benefician del sistema e igual lo critican. Exigir mejor educación y no hacer nada por mejor educarse, pedir plazas y destruir los parques y paraderos, multiplicar el miedo cuando lo que todos necesitan es un poco de paz; los que están abajo celebran las cosas van bien y se consuelan cuando las cosas van mal. Desean cada vez más y no siempre alcanzan a comprender cuales son los caminos para lograr esas metas que no son ,metas de ellos, son de quienes escriben las reglas del juego.
Hace mucho tiempo que los que están abajo no son como solían ser; el nuevo siglo a traído consigo un nuevo tipo de pobreza, una que les venda los ojos a quienes voluntariamente prefieren ya no ver, no pensar, ni sentir...es tanto lo que se tiene que lograr y tan pocas las oportunidades que no queda sino pensar en uno mismo; desoír todo aquello que piensan o sienten los demás porque la cosa está muy mal y mi en los familiares se puede ya confiar. Todos roban y algunos roban mucho; ¿Cuál es el delito entonces de robar poco?, de mentir y mentirse, de pensar que lo malo está muy lejos de nosotros, que otros son los inconscientes y los que tienen la culpa. Los que están abajo no saben que ellos, a pesar de que la música que les tocan no suena del todo bien; al menos tienen derecho a un poco de esa música; todavía existen algunos que ni siquiera tienen derecho a eso.
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