Durante muchos días, semanas...confieso, meses miré desvanecerse poco a poco la parte inferior del grueso volumen, que arrinconado en una esquina, me propuse no pocas veces rescatar. Lo dejé deshacerse, caer como caen las hojas en aquellos entrañables otoños que para bien o para mal son los que mejor me definen. Recordaba mi adolescencia. Recordaba lo mucho que había disfrutado las largas horas adentrándome en el placer de los sentidos, en la urgente necesidad de que ninguna de aquellas humildes frases me pasaran inadvertidas. Leí a Lin Yutang siendo un adolescente, durante mi periodo de lecturas asiáticas en busca de una visión de mundo más acorde con el lento deambular por las cosas que es lo mio. La Importancia de Vivir me otorgó no poco de lo que hasta la tarde en que escribo estas palabras sustenta mi manera de ver y sentir las cosas.
Las amarillas y perfumadas hojas de este libro publicado hace tantos, tantos años, florecieron para mi repletas de líneas destacadas y anotaciones en los bordes de las hojas. Tras volver a leerlo me avergoncé de no recordar que éste había sido uno de los libros más importantes en mi vida cuando no soñé siquiera con tener más vida más allá de los cuarenta años. En años de hambre, de soledad y de una tristeza profunda no podía provocarme otra cosa que curiosidad un libro escrito por un filosofo y poeta chino de origen católico y que vivió sus años de madurez intelectual nada menos que en los Estados Unidos. Vaya contradicción en momentos en que la lecturas sobre la dialéctica de la lucha de clase ocupaba la mayor parte de mi tiempo haberme dado un tiempo largo para leer, entre otros cotidianos tópicos, acerca de los placeres de tomar el té, leer y envejecer en paz.
La poesía y la filosofía deben de haber surgido cuando las personas se dieron cuenta que iban a morir, oriente cada vez está más occidentalizado, en occidente la vejez es motivo de miedo no así en el oriente que(por lo general) es el final del camino y es una fiesta transitar aquel final con el cuerpo sano. Algunas de las muchas ideas que dormían entre las páginas de este reposo en medio de las tormentas que me inundaron por entonces que no sabía que comer puede ser tan bello como conversar, que pensar tan importante como sentir. Ha de ser naturaleza de las verdaderas cosas importantes quedarse en nosotros sin saber que se quedan. Esperar el momento indicado para volvernos a sorprender con aquellos detalles que pensamos perdidos cuando lo único que hacían era deshacerse mientras nosotros le otorgábamos nuestro tiempo y no pocas veces el de nuestros seres amados a aquellos usos sociales que consideramos importantes ¿quién sabe por qué?
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