Angustia, rabia, machismo y porfía femenina a destajo. Una niña expuesta a las niñerías de tres adultos. Una película que no decide del todo si transitar por lo políticamente correcto, lo erótico o lo dramático y sin embargo nos cautiva en lo que dura. No esta demás reparar en las tremendas actuaciones de las dos y los dos protagonistas, los paisajes, la estética victoriana y la belleza de la música que acompaña a escenas que recordaremos por mucho tiempo. Puede ser que la grandeza de películas como ésta se halle en que hoy sería imposible filmar historias así. Es una obra que no concede espacio a sensibilidades no fogueadas, una oportunidad de enterarse de una vez que las mujeres pueden desear mucho más que ser esposas e incluso madres.
Las mujeres hace muchos años intentan hacerse un espacio en la industria del cine, hace muchos años que son los hombres quienes prevalecen y terminan por dictar lo que es o no es exhibido. De tanto en tanto, como para darle un calmante a aquella urgente necesidad de expresión femenina, se generan espacios, muy pequeños espacios para que sean las mujeres las que propongan lo que les gustaría que los que vemos cine pudiésemos ver. Escribo acerca del cine de calidad por cierto, no de la industria que busca lucrar con aquello que es lo políticamente rentable. Por cierto que se hace muchas más películas sobre lo que los hombres piensan que quieren ver las mujeres, pero películas como el piano, les puedo asegurar que ya no se hacen.
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