Salvatore Adamo le gustaba a mi papá y a mi mamá muchos antes de que naciera yo. Cuando yo era niño me gustaba como cantaba Leonardo Favio. Las canciones que cantaba Adamo me parecían buenas, pero no me decían nada. Muchos años después, algunas de sus canciones han llegado a decirme cosas que mis padres me anticiparon. Encuentro significado a un romanticismo mucho más profundo que sin duda es propio de almas que de tan viejas no temen a ser sensibles. El cantautor italo-belga venía diciendo cosas muy profundas incluso antes de cantar en español pero sus discos en español fueron muy importantes para las personas de la generación de mis padres. Personas que de alguna extraña manera, a pesar de las separaciones y sus diferencias permanecieron muy juntos.
Canciones como En bandolera, Muy juntos o Yo te ofrezco escuchadas ahora, dicen mucho de un amor idílico con el que soñaron tantos que no lograron perpetuarlo en el tiempo. Soy hijo de una generación de padres separados por nimiedades que parecieron ser mucho más determinantes que las propuestas de las canciones que se pueden encontrar en discos como el que comento. Hay varios discos que se llaman Adamo canta en español; la mayoría buenos para quienes fueron capaces de soñar no solo con el amor de pareja, sino que también para aquellos que tímidamente expresaron algunos atisbo de aquella necesidad de justicia que termina por extraviar a quienes separan los dos tipos de romanticismos a los que hago mención en esta entrada.
Quiero, La noche o Tu nombre también son canciones muy agradables de escuchar y si bien es cierto, cada admiradora o admirador de este artista, que por cierto sigue estando muy vigente, ha de atesorar otras canciones que de seguro son parte importante de su propia historia de amor, esta que nombro han ido ganando en lo que respecta a ese romanticismo que tanto incomoda en la adolescencia y que tanto nos tiene aún que decir en las largas tardes del amor maduro. Ese amor que de alguna manera ha aprendido a sortear los individualismos, la tristeza que ciertamente nunca es poca pero que cuando se va, poco o nada puede hacer ante la gratificante certeza de haber amado y haber sido amado en cualquier momento de nuestras vidas.
Comentarios
Publicar un comentario