
Hace muchos años leí un cuento; se titula El ruiseñor y la rosa, por aquel tiempo leí también El príncipe feliz, y aunque era todavía niño, pude comprender que tras aquellas historias debía de habitar un espíritu distinto al de cualquier mortal. Del autor por entonces no supe mucho, a penas que su nombre se encontraba de vez en cuando en algún texto de lectura de aquellos que el Estado nos repartía a los niños de las escuelas públicas.
Cuando crecí y pude comprarme mis propios libros me encontré con el libro que quiero comentar en una feria. Lo compré a muy bajo precio pues era una de aquellas ediciones económicas que se regalaban con los diarios a mediados de los años 80 del siglo pasado. Me reencontré con aquellos dos cuentos tan recordados y con otras maravillosas historias que acabaron por convencerme de que Oscar Wilde era uno de aquellos escritores esenciales en cualquier biblioteca.
Existen muchas ediciones de estos cuentos; algunas muy bien cuidadas, delicadas y dedicadas en lo que respecta a su presentación, otras que se editan por cumplir en donde la falta de dedicación en su diseño no es capaz de opacar la sencilla y profunda belleza de las historias escritas. Cualquier compilación de los cuentos de Wilde resulta en un placer para los sentidos. Además de los cuentos ya citados, cualquier buen lector debe procurarse leer El cumpleaños de la infanta, El gigante egoísta, El famoso cohete y cómo no, El amigo fiel .
Leer estos cuentos es sentirse de nuevo niños, sentirse buenos y comprensivos, piadosos como la sociedad a veces no sabe ser con los que son distintos. Son cuentos con mensajes comprensibles para cualquier edad, repletos de un bello, un delicado uso del lenguaje; son de aquellos cuentos que no cabe duda pueden hacer a quienes los leen mejores personas.
Cuando crecí y pude comprarme mis propios libros me encontré con el libro que quiero comentar en una feria. Lo compré a muy bajo precio pues era una de aquellas ediciones económicas que se regalaban con los diarios a mediados de los años 80 del siglo pasado. Me reencontré con aquellos dos cuentos tan recordados y con otras maravillosas historias que acabaron por convencerme de que Oscar Wilde era uno de aquellos escritores esenciales en cualquier biblioteca.
Existen muchas ediciones de estos cuentos; algunas muy bien cuidadas, delicadas y dedicadas en lo que respecta a su presentación, otras que se editan por cumplir en donde la falta de dedicación en su diseño no es capaz de opacar la sencilla y profunda belleza de las historias escritas. Cualquier compilación de los cuentos de Wilde resulta en un placer para los sentidos. Además de los cuentos ya citados, cualquier buen lector debe procurarse leer El cumpleaños de la infanta, El gigante egoísta, El famoso cohete y cómo no, El amigo fiel .
Leer estos cuentos es sentirse de nuevo niños, sentirse buenos y comprensivos, piadosos como la sociedad a veces no sabe ser con los que son distintos. Son cuentos con mensajes comprensibles para cualquier edad, repletos de un bello, un delicado uso del lenguaje; son de aquellos cuentos que no cabe duda pueden hacer a quienes los leen mejores personas.
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