Espero que el cuerpo de Facundo tan gastado de hacer lo mejor que se puede hacer en esta vida, es decir vivir, no haya pretendido dar la lucha y se haya entregado rápidamente al descanso...para qué seguir despierto si quien no hacía sino hablar de amor y de paz lo acallaron por un momento el zumbido de las balas en un país que como todos los nuestros poca culpa tiene de las miserias que le agreden.
Cuesta creerlo, muchas veces lo dieron por muerto, pero esta vez va en serio. El hombre que me enseñó más de amor a Dios que todos los evangelios juntos ya no peregrinará por los caminos de la Tierra.
Definitivamente ya no será ni de aquí ni de allá, sino que será de cada parte en donde continúe sonando su voz.
Sé que como yo muchos se habrán quedado sin palabras ante esta muerte tan absurda. No nos queda nada más que vivir y ser feliz...y si se puede, contarles a los que vendrán que en estos días de tanto egoísmo, banalidad y violencia cantó y anduvo un embajador de Dios a quien sus hermanos y aprendices llamábamos Facundo Cabral.
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