Al momento de sentarme a escribir mi comentario de libros número cincuenta la cantidad de títulos que rondan en mi cabeza no hace sino empeorar cualquier intento de selección; pero si no lo pienso mucho, si dejo que acudan a mi los recuerdos de tardes en que me enamoré de la literatura, si recuerdo relatos que me hayan emocionado a la vez que remecido aquello que llamamos alma; un conjunto de cuentos que se pueden encontrar en dos libros de aquel autor que remeció a otros mucho más importantes, en tardes mucho más inolvidables.
La obra de Franz Kafka es fundamental para entender la literatura del siglo XX. Nada sería como es de no ser por los relatos de este primer surrealista, revolucionario y visionario de la prosa que remece y estremece a la vez que emociona y perturba. Un médico rural contiene una serie de relatos breves, que dan pleno testimonio de esto que escribo. Relatos como el que da nombre a la recopilación o Chacales y Árabes son de aquellos que pasado mucho, mucho tiempo, siempre se recuerdan.

Un artista del hambre no es menos; en el caso de la edición que comento, la selección de relatos es exquisita a la vez que también inolvidable. El titulo que da nombre a la recopilación es cuando menos una extensión del espíritu kafkiano (presente en muchas de sus obras pero principalmente en La metamorfosis), puedo agregar además que nos encontramos con maravillas como son El paseo repentino o Josefina, la cantora por citar al menos dos en un conjunto de relatos que son todos sorprendentes e inolvidables.
Lecturas que se deben atesorar mucho más allá de lo inmediato, libros que se querrán recomendar a todos aquellos que nos digan que quieren leer un buen libro. Una excusa para quedarse encerrado leyendo y que nadie se atreva siquiera a pensar que somos unos aburridos.
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