Esta semana. como en los últimos años, vi multitudes cargadas de bolsas en las calles; gente que sin darse tiempo a pensarlo se chocaban unas a otras sin mirarse a la cara. Los televisores encendidos inculcando comerciales sentimientos de amor y de paz, luces en los umbrales de las casas intentando alumbrar una oscuridad que aún no podemos encontrar, las vitrinas de las tiendas repletas de cosas que sigo sin necesitar pero que al parecer debería comprar. Compartí la mesa con personas que dicen respetar la diversidad de pensamiento pero que creen que aún se pueden imponer los puntos de vista por medio de gritos; también la compartí con personas que no quieren probar ni aparentar nada ante nadie y sin embargo con pequeños gestos demuestran que todavía compartir puede ser mucho más que la tendencia de la semana.
Escuché después de muchos años a una madre tratando de explicarle a su pequeña hija algo del origen y el verdadero sentido que debiesen tener estas fiestas, vi personas cansadas de tanto mantener modos y modales a los que ya no le encuentran sentido y vi niños y niñas que ríen, que creen, cosas que al parecer en otros momentos nos estorban o olvidamos.
En algunos lugares comí mucho y en otros comí poco, en algunos pude dormir y en otros me obligué a estar despierto; recorrí una vez más, como en los últimos años, la feria navideña de mi barrio y encontré señales innegables de que algunas cosas muy sencillas, inesperadas; pueden aguardar en cualquier parte para que nosotros las encontremos y las compartamos con quienes creían que esas pequeñas cosas ya no se encontraban en ninguna parte.
En algún momento me sentí triste como me ocurre siempre en estas fechas, pero pudieron mucho más las enormes ganas de otorgarle algo de aquello que muchos repiten y pocos otorgan a otras personas que vi molestas o desconfiadas. Ofrecí por ejemplo mi tolerancia, mi cada vez más profundo silencio, mi respeto a los motivos de cada uno y cada cual. Me alegré finalmente porque no le arruiné la fiesta a nadie, al contrario; cooperé humildemente a mejorarla en algunos casos.
Se acerca el termino de un nuevo año y yo calmado como hace rato; recordando cada uno de los malos y los buenos momentos, feliz de saber que las personas aún se reúnen, a pesar de los inconvenientes que nos juegan en contra. También pensé una vez más en los que están solos, en los que son como yo y en los que en nada se me parecen y lo que no es menor...pensé en ti; deseé lo mejor de este mundo y de todos los otros posibles para ti y para todos aquellos a quienes quieres.
Escribí estas lineas para que no lo olvides pero sobre todo para que sigas intentando todo aquello que a veces crees que nunca será posible.
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