En
un bosque y en invierno
conocí yo a la loba…
Sus heridas se lamían
con una áspera lengua caoba
Sangraba mucho y con razón
eso ni siquiera hoy lo niego
Pero el sabor de su sangre
no lograba darle paz ni sosiego
Lavaba su rostro de un tono muy pálido
reflejada de vez en
cuando en la luna
Abrazaba de noche a dos crías,
marcada
por la herida que dejó la pérdida
de una
Sola y en silencio la buscaba
cada aniversario entre sus incontables
nieblas rebelándose a la bruma que trae
el olvido sin saber cómo redimirse
Aullaba llorando con voz bella
y bellos eran sus pensamientos
a pesar de ser
loba miraba dulce
cuando reposaba de sus tormentos
Me senté varias veces a su lado
sin otro fin que el de
hacerle
y hacerme en jornadas muy frías
desinteresada compañía
Aprendí mucho de sus silencios
y nunca comprendí el por qué
de sus más secretos desvaríos
Con amenaza de
mordida
recibía mis caricias
recordándome en todo momento
que no había sido
fácil su vida
Por eso caminé y nunca más
le quise hacer compañía
La miré de lejos defenderse
del bosque y todo cuanto en él
había
Caminé hasta el
amanecer
sin poder borrar jamás
aquellos
ojos esperando ser
comprendidos
No es que fuera mala
ni mucho menos resentida
La loba quería morir
pero no la dejaban sus crías
Mucho menos el reflejo
de lamer la sangre que brotaba
noche tras noche de los oscuros
rincones que sin matarla la despertaban.
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