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América


 Franz Kafka
es un escritor enigmático por decir lo menos. Creo haber leído o escuchado que una de las peores cosas que una persona puede hacer en un periodo de cautiverio (cualquiera que este sea) es leer los libros de Franz Kafka...¿y que hice yo en cierto forzado cautiverio del que no viene al caso ponerse ahora a escribir? Pues sí, ponerme a leer las Obras Completas del autor que no tuvo tiempo para terminar casi nada y sin embargo, reconocemos como un maestro de lo retorcido. Casi todos aquellos que en cualquier momento, y amparados bajo cualquier excusa, caemos en la tentación de leer las obras de Kafka, que damos envueltos en cierto sentimiento de incomodidad.

Lugar común aquello de que habría pedido que se quemaran todos sus escritos una vez fallecido, lugar común que todo lo extraño, retorcido, agobiante y sin sentido sea reconocido como kafkiano. Una grata sorpresa descubrir que su primera novela ya posee muchas de las características de la literatura que se suele asociar con el escritor nacido en Varsovia y que sin embargo; al menos para mí, fue muy difícil de ignorar. Karl Rossmann es un muchacho europeo caído en desgracia tras sucumbir en los brazos de una sirvienta siendo él parte de una de aquellas familias que viven pendientes de cuidar su buen nombre. Embarazada la sirvienta, el joven es enviado al nuevo continente a principios del siglo XX para ser recibido por un curioso tío que primero le protege y luego le abandona.

Personas cercanas que pasan del amor al odio o a la indiferencia, otro lugar común en las obras de Kafka y ésta, publicada hasta comienzos de la década de los ochenta con el nombre de América (titulo que le fue puesto por Max Brod; amigo y albacea que decidió no quemar los escritos) y que desde entonces se conoce con el título de El desaparecido o El fogonero, (que parecen ser más cercanos al titulo que le quería dar el autor a su primera obra) no es la excepción. Sin embargo acudimos a lo que vendría a ser una novela mucho más cercana a la obra de Charles Dickens que a la del propio Franz Kafka. La situación de los inmigrantes amenamente contada, la necesidad de sobrevivir por medio del trabajo y los caprichos de las clases más pudientes tan propias de un imperio que hace muchos años acostumbra a poner la música con la que bailan no pocas de las naciones desarrolladas.

Más que entretenida sátira acerca del "país de la oportunidades" escrita con bastante habilidad por alguien que en su vida se alejó de las sombras que determinaron tanto su vida como su obra. Situaciones bastante más que extrañas pero magnéticas y la desazón tan justificada de aquellos que seguimos leyendo a un autor que muy pocas veces encontró la manera de darle fin a un conjunto de trancas que le permitieron ser reconocido como uno de los más importantes nombres en la historia de la literatura.      

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