Ir al contenido principal

Un angelito en el cine


Esta vez me temo que tendré que otorgarle la razón a mi señora que de tanto en tanto se lamenta de que las cosas están tan malas; no como antes que la gente era más buena y todo aquella nostalgia con la cual me cuesta tanto estar de acuerdo. Aseguro que la cosa ha estado más o menos igual y que la gente, ya con ser gente no puede ya ser otra cosa peor o mejor, dependiendo de la gente que le toque a uno conocer. Yo por ejemplo, conocí esa vez al hijo de una señora, a la que yo le cargaba las bolsas de las compras en la feria donde ella compraba, en un carretón con el que yo trabajaba. El niño parece que no había sido lo suficientemente agradecido con los esfuerzo que por él hacía su madre, la que por cierto no podía elegir a otro para darle una lección al malagradecido que no fuera éste, su servidor que de ser ejemplo de algo en su vida ha pretendido ser.

El escarmiento consistía en castigar al niño poniéndome a mi de ejemplo de pobreza y esfuerzo, que sería a mí a quien llevaría al cine aquella tarde porque, seguro yo no tenía quien me sacara a pasear...que siendo niño tuviese que trabajar, que mi ropa sucia, que mi pelo traspirado...válgame dios que despropósito. No sé porque esa tarde volví más temprano a la casa, le dije a mi mamá que una señora me iba a llevar al cine porque quería darle una lección a su hijo. Mi mamá me exigió que me bañara, que me pusiera la polera blanca con la que hacía educación física en la escuela, los pantalones cortos blancos y cómo no, las zapatillas que adivinaran...eran blancas. Un angelito, con el pelo adecuadamente lavado y peinado, el cuello perfumado y una cara de tan limpia que me parecía la cara de otro niño que no era yo, acostumbrado a la mugre y mandarme solo muy a pesar de los berrinches de mi propia madre. 

Puntual estuve, a la hora acordada, parado frente a la puerta de la señora. La señora puntual y muy arreglada me tomó de la mano y me llevó en su auto hasta uno de los cines que habían en el centro de la ciudad cuando yo era niño. Exhibían la película de un perrito que me parece que se perdía y tenía un montón de aventuras para proteger a unos pequeños pumas que lo alejaban de su lugar de origen. La señora me compró palomitas de maíz y una gaseosa; yo miré al perrito, que era un perrito de verdad, compartir con otros animalitos que también eran animalitos de verdad, en paisajes muy bonitos que yo no había visto nunca. Las imágenes de tan grandes se quedaron grabadas en mi memoria, aquella tarde en que fui otro niño distinto al que yo era.  Imagino que tras todos los años que han pasado desde esa tarde, la señora y su hijo habrán tenido no pocos desencuentros; yo espero que hayan sido muchos más los encuentros porque, aunque estoy seguro que ni la señora ni el niño, que ahora ya no es un niño, deben recordar ese día. Yo que tampoco soy ya un niño, me acuerdo como si fuera ayer esto que estoy contando.   

Comentarios

Entradas populares de este blog

Quelentaro

Q uiero hacer este homenaje ahora porque no quiero llegar con él cuando sea tarde. Remontarme a la infancia porque aunque resulte inapropiado, una irresponsabilidad de mis padres o quién sabe qué cosa....lo que más recuerdo de mi infancia son las coplas del dúo Quelentaro . Eran un conjunto en un comienzo (cosa que muy pocos en realidad saben) después pasaron a ser un dúo y gran parte de los años ochenta era solo Gastón el que cargaba con el pesado nombre del arte que para tantos de nosotros es enorme debido a que su hermano Eduardo tuvo que partir en palabras propias de ellos, a lejanas tierras. La poesía y la música de Quelentaro vienen de la tierra, se conecta con aquellos que a tumbos hemos ido caminando la vida. Su arte es decididamente más comprometido y menos masivo que el de otros cantores populares....pero este homenaje no es por lo artístico; es porque aunque ellos no lo saben del todo; mis propios caminos se han topado algunas veces con los de ellos. Cuando E...

Casas de cartón

N o tenía la menor idea de que Marco Antonio Solis había grabado una versión de la canción, ni que vendieran casas de cartón para que jueguen los niños que pueden comprarlas. El caso es que buscando información sobre el (a estas alturas) innegable aumento de casas de cartón, palos y latones alzadas en la principal avenida de la ciudad en que transito, no me fue de ningún modo posible, evitar recordar una de las canciones de aquel furibundo, y dulzón, cantautor que fue el venezolano Alí Primera. Tenemos como nunca a vista y paciencia de quien use sus ojos para ver lo que no conviene de ningún modo mirar... a personas durmiendo en la calle. Puede ser que como una inevitable consecuencia de aquello del individualismo usted me pueda decir que son desarraigados, drogadictos y vagos que se niegan a ser responsables como aparentemente usted y yo lo somos pero, resulta que me he acercado a algunas de estas casas que juntas, frente a las universidades y clubes de gente bien, conforman fami...

Tres hermanos (1981)

C uando terminamos de ver una película que nos tuvo cautivados más por sus silencios que por sus contenidas actuaciones. Cuando oímos sorprendidos que los problemas de la justicia, las reivindicaciones sociales y del amor definitivamente parecen ser siempre los mismos y aún así, sentir un extraño estremecimiento minutos después de haberla terminado de ver; pienso que es una película que hay que ver. Tres hermanos es una película sobre hombres, sobre la manera en que sobrellevamos nuestras emociones. Dirigida por Francesco Rossi y protagonizada por Phillipe Noire , Michelle Placido y Vitorrio Mezzogiorno en los roles de los tres hermanos que vuelven al pueblo donde crecieron con motivo de la muerte de su madre. Allí les espera su padre, un conmovedor Charles Vanel , que parece ser, junto a su nieta (la que viaja con  su padre; el menor de los hermanos) los únicos que realmente sienten la perdida. Uno juez, el otro trabajador social en un hogar de niños con  diversa...