
Cuántas veces me he indignado ante los estridentes versos de
algunos que se proclaman poetas y publican pomposamente la cal de sus
sentimientos. Cuántas veces me he entristecido pensando en aquellos que
ofrecieron puerta a puerta la sangre misma de sus horas de insomnio y que
vivieron para el arte y fueron despreciados por ser libres. Pero también me he
indignado con el carnaval que montan los impotentes de luz y poesía cantando
alabanzas a los cachalotes sagrados de las academias.
Pero no vine a este mundo para rivalizar con la poesía, sino
todo lo contrario. Me he reconocido en ella con sincera vergüenza cuando
refleja mis debilidades, con secreta emoción si canta al momento compartido en
las aguas del tiempo y con humildad ante la obra de una mujer tantas veces
vilipendiada.
Son los mundos de Gabriela Mistral una geografía del alma,
remota y oculta por la soberbia envidia de los que aún no soportan la idea de
una mujer pensando. Nos han condenado a su imagen gris y a su rostro
atormentado. Se ha celebrado su grandeza relegándola a la párvula poesía. Pena
de olvido e ignorancia para esta mujer que hablo de feminismo antes de que en
su propia patria tuvieran las mujeres derecho a voto.
Condena a la mujer que
amó sin ser amada.
Quizás ya sepan cómo se le respeta y estudia en los países
anglosajones. No solo es la primera mujer en recibir el Nobel, es la primera
escritora, mujer u hombre de habla hispana en recibir este reconocimiento, que
por entonces, si era señal de buena literatura. La maltratada tantas veces supo
de la admiración de Méjico que la recibió como a una más de ellos para que
trabajara una parte importante de su constitución.
Cercana a la iglesia, ni quién lo dude, pero al igual que
Alberto Hurtado, dueña de una incorruptible conciencia social. Prueba de ello,
sus innumerables escritos en revistas del mundo.
¡¡Hasta cuándo el insano habito de mostrarla como un
maestrita rural del norte, como una viejuja fea e insolente...!! Estamos ante
una de las tantas mujeres sobresalientes de nuestra historia americana.
Maestra, diplomática, poeta y mujer sobre todas las cosas. Aunque a los
patriarcas de la literatura les pese...mujer, que no quede duda. Hay que romper
ahora la telaraña de los prejuicios y ubicar a cada quién en el lugar que le
corresponde.

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