Podríamos eventualmente comenzar un debate acerca de la inevitable e histórica divergencia existente entre las teorías creacionista y evolutiva. Esto a propósito de los 200 años del nacimiento de Charles Darwin o lo que es mejor, a la cercana celebración de los 150 años de la publicación de El Origen de las Especies; libro del mismo autor.
El debate es tan vigente como siempre y decanta en análisis tan interesantes como en qué grado la religión o la ciencia han sido gravitantes en el desarrollo de la civilización humana. Si los seres vivos provienen de un designio divino o de células que evolucionaron según una genetica inteligente no parecen, en el umbral de este siglo XXI un tema que resista una mayor discrepacia.
Tardaron bastante los administradores de la fe occidental y oriental en otorgarles crédito a sus científicos; resultó siempre más cómodo considerarles hechiceros; esto seguro por lo inconvenientes que resultaron siempre los seres pensantes en la azarosa historia de masas que tan bien nos identifica.
No hace mucho oí o leí (la verdad, no lo recuerdo) que todo y todos somos polvo de estrellas. Lo que no deja de ser significativo para ambas teorías. La ciencia explica el inicio del universo por medio de una explosión que formó las galaxias y los administradores de la fe, desde siempre han recurrido a una sencilla metafora que explica todo por medio de una candida historia de los siete días y la humanidad hecha de polvo.
La fe ha debido actualizarse, no cabía otra opción. Cómo podría sustentarse el día de hoy el género femenino pensándolas como una mera costilla del género masculino, como podríamos seguir culpando a la mujer de engañar al hombre para que comiera el fruto prohibido, o creer que todas las especies existentes cabrían en un arca. Estos y otros relatos que marcaron nuestra infancia como civilización son un desafio para los que persisten en el complejo impulso de pensar.
Justo es también constatar que la ciencia nunca podrá explicarlo todo; existió y existirá siempre un espacio esencial para la fe y la esperanza. No pocas veces lo que no puede la ciencia lo puede la fe, y he ahí el punto en que limita la capacidad de los seres pensantes. Debates sobran: la creación artificial de vida, la eutanasia, el derecho al aborto y aquel viejo cadalso de la libertad del espíritu que son el pecado y la impureza; tanto las religiones del occidente como las del oriente han coartado la naturaleza claramente animal de los seres humanos.
Debate tendremos siempre y eso es gracias a las personas que se sobreponen a las limitaciones que impone el misterioso poder de las religiones. Podríamos incluso agradecer a los mismísimos dioses la existencia de personas dedicadas a la ciencia que nos explican el por qué de las cosas. Porque el saber ha estado aquí desde el primer día y porque solo la verdad puede hacernos libres.
Querido amigo, con respecto a tu análisis sobre la creación y la evolución del hombre, nadie sabe cómo hemos surgido, es como decir "qué fue primero el huevo o la gallina", acá es lo mismo porque ni la ciencia ni las religiones, mal llevada por la parte humana y muchas veces muy errada en casi toda la historia del hombre, han sido capaces de dar una verdadera explicación teórica y científica al origen y evolución del hombre y del universo. La ciencia con toda su rigurosidad aún no ha podido AFIRMAR NI CONFIRMAR que Dios no existe porque después de tantos estudios y de tanto retroceder el universo en millones o billones de años no se han explicado esa pequeña partícula de gas que es lo que produce esta gran explosión que ellos le dan el nombre de big bang, gran explosión en que una teoría cosmogónica da explicación al origen del universo y como ya bien sabemos viene consigo todo lo demás, la creación o APARICIÓN del hombre y del animal en general, etc. Me parece muy acertivo tu título "Gracias a Dios por Darwin" ya que necesitamos muchos Darwin en estos tiempos para que cuestione cuánto ha evolucionado el hombre, no tanto en su forma física sino también en su forma de amar (si es que ama verdaderamente), necesitamos más Darwines para que estudie y de explicación a qué hace que el hombre pierda su escencia por la cual fue creado o establecido en la Tierra, ¿no fue para cuidarla y cultivarla? ¿no se acompañó con el género femenino para que juntos hicieran el amor?. Hoy por hoy estamos muy lejos de ser seres humanos, somos simples bestias porque se ha perdido lo escencial que es el AMOR. Creo que este comentario me da para una reflexión mucho más larga pero me quedaré aquí, me detendré porque al fin y al cabo soy un hombre evolucionado físicamente e involucionado en el amor........
ResponderEliminarLo que finalmente más importa es que estamos aquí. Gracias por comentar en el blog.
Eliminar