Puede ser que muchos encuentren mayor sentido hoy a La Metamorfosis de Franz Kafka que cuando se publicó. Este es un libro que se asocia a aquellas lecturas que pasaron por nuestra vida en el contexto de las nunca justamente valoradas lecturas escolares. Es de aquellos que se debe volver a leer ya sin la absurda presión de obtener una calificación.
Gregorio Samsa, uno de tantos funcionario, (vendedor viajero en este caso) que despierta una de muchas mañanas iguales con la sensación de que algo no anda bien; hay tiempo para pensar, reflexionar acerca de lo que ha sido su existencia, su relación con cada uno de los integrantes de su familia e incluso su desempeño como parte de un sistema laboral que no aporta en nada a su crecimiento espiritual.
La anécdota en este cuento largo o novela corta (como quiera llamársele) va mucho más allá de amanecer convertido en un escarabajo, incluso más allá de ser repulsivo para tus seres más queridos. No es casual que el autor de este relato sea Franz Kafka; uno de aquellos autores que nunca dejarán indiferente al lector, en La Metamorfosis hay una clara referencia a un modo de llevar la vida de no pocos funcionarios de nuestro propio día a día.
Un libro muy breve pero profundamente intenso en su propuesta, una velada advertencia del fin al que nos puede conducir la vida rutinaria y la falta de amor hacía los sueños que anidamos en un lugar olvidado de nosotros mismos. Un matiz para la responsabilidad que a veces ocurre que tenemos con quienes nos rodean en aquel núcleo tantas veces sobrevalorado llamado familia. También un llamado de atención acerca de la forma que podemos tener de actuar ante lo diferente (incluso ante una enfermedad que no alcanzamos a comprender del todo). Una obra que nos hace reflexionar incluso cuando pensamos que hemos reflexionado lo suficiente.
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