
No quiero que piensen que busco pasar por profundo o filosófico si me permito, no solo comentar, sino que además recomendar encarecidamente esta Apología de Sócrates. Es apenas un enclenque librito y sin embargo robusto en su aporte como el que más de los extensos tratados que buscan explicar el mundo. Platón; griego, aprendiz y sediento del agua del conocimiento, inmortalizó a su maestro en esta apología. Celebración de una claridad mental que incluso el día de hoy nos puede seguir sorprendiendo.
Para quien no lo sepa, el libro trata acerca de la auto defensa que asumió Sócrates al ser condenado a muerte por los tribunales atenienses ante la insinuación de algunos chismosos de los cuales ni siquiera escribiré el nombre. Pues bien ¿Y qué...?, que lo que pasa es que los argumentos que el acusado esgrime son fabulosos. Se le acusa de corromper a la juventud que le escucha con sus inadaptadas ideas e incluso de algo peor; no creer en los dioses de la polis. Resulta una situación cuando menos digna de ser presenciada al menos a través de las palabras de un testigo o cuando menos un tratado para todo aquel que lleva sobre si la carga de pensar diferente.
Dignas de una apología son las palabras del acusado, inspiradoras mucho más allá de cualquiera que sean los tiempos; vitales hoy más que nunca ante la hipócrita tolerancia que es paciente solo con algunos y tan injusta con otros tantos. Solo sé que nada sé, sentencia que en el contexto de esta obra de la cual fue cosechada para recordarnos que incluso en la más alta sabiduría se debe plantear el saber no solo con discreción, sino que también con humildad resulta un mero pretexto para exponer lo que a todas luces es injusto: acusar a un ser humano de ser un peligro tan solo por no mostrar públicamente respeto ante lo establecido.
Puede ser que la lectura de esta imperecedera obra sea recomendable para todos aquellos que presumen de saber mucho, pero creo que sobre todas las cosas, para aquellos que buscan educar o más bien guiar a la juventud por los senderos de la responsable libertad. No es sino el conocimiento y la fundamentada retorica la que para bien o para mal nos proveerá a los distintos de ese bien tan preciado que es el respeto. Nada más equivocado que pensar que la literatura griega es pan de una antigua mesa. El degustado es inexplicablemente delicioso.
No corresponde de ningún modo adelantar como termina el juicio. Pero pienso que es necesario destacar la convicción que no se rebaja por muy difícil que se presente la situación. Este es mucho más que un libro de cabecera...es un manual para los convencidos de que vale la pena abogar incluso por causas que desde un comienzo se saben perdidas.
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