
Monumental elegía a la propiedad privada, la esclavitud, la superación personal y un sentimentalismo a prueba de bestias sin sentimientos. La más grande película de todos los tiempos por muchos años y cuando escribo grande; estoy escribiendo grande en ambición y así es también como le fue. Dirigida por más de un director (aunque el que pone la firma es Víctor Fleming; "El Mago de Oz" ¿recuerdan?) es enorme en materia de presupuesto y eso se nota, merece sobradamente el sitial que tiene en la historia del cine.
Es, como hasta el cartel lo declara, una historia de amor...pero están equivocados quienes piensan que de ese amor idílico; es más bien un amor a lo material, al estatus social, al no tener que pasar pellejerias, aquel amor que nos impulsa a salir adelante; de ese amor nos habla principalmente esta tan celebre película. Del inevitable crecimiento de una casi insoportable niñita rica, heroína sin discusión de la gente emprendedora llamada Scarlett O'Hara que de tanto jugar con los sentimientos de los hombres se encapricha al grado de enamorare de un don Juan de primera llamado Rhett Butler. Este amor es un mero marco para la gran tragedia que para los hacendados de aquella época resultó ser la guerra de secesión.
Como ven la trama, basada en la celebre e igualmente monumental novela de la escritora norteamericana Margaret Mitchell no es nada del otro mundo; lo que si es del otro mundo es la ambientación, la desbordante recreación de una época como jamás hubo otra igual. Nos encontramos no solo con escenografías enormes y bellas, sino que además con una esplendida fotografía, con multitud de extras y para qué estamos con cosas; con magistrales interpretaciones. O sea y en resumen; una obra inmortal del séptimo arte que aunque larguísima debe ser vista al menos sea una vez en la vida.


Comentarios
Publicar un comentario