Hace bastante tiempo que no iba a la Fiesta de los abrazos; que es sin es que alguien no lo sabe algo así como una feria de todas las artes y además un compendio de charlas sobre actualidad y política que año a año organiza el Partido Comunista de Chile el primer fin de semana de cada enero desde el retorno de eso que llaman democracia. El motivo de mi retorno no era cualquiera; resulta que este año el partido cumple cien años de existencia en nuestro país y la fiesta fue en grande.
Como muchos ya saben el año pasado fue un año de movilizaciones estudiantiles y la mayoría de los lideres de las distintas federaciones pertenecen al partido comunista lo que resulta una divertida paradoja puesto que es verdad que los comunistas son más jóvenes que nunca. Hay tres diputados en el congreso ya hace bastante tiempo (aunque en honor a la verdad poco es lo que se nota) y como nunca existen espacios para que se expresen (aunque otra cosa sería que les escucharan) pero ya ven ellos, los viejos y los jóvenes no se dan por vencidos.
Esto es lo que celebro...aunque lejano están los tiempos en que la dignidad de Gladys Marín avanzaba por las calles y muy pocos lo celebraban. Más que nunca las calles se llenan de pasos y voces que ser oídas exigen. Las ideas de siempre lucen un nuevo rostro, aunque a muchos le cause escozor...un rostro hermoso y con un discurso coherente. Pero el comunismo es mucho más de los que los medios, miopes como siempre, pretende mostrar.
Recuerdo hace muchos años cuando leí una adaptación al cómic del Manifiesto Comunista en donde se enunciaban la gran cantidad de artistas que desde su compromiso con las ideas comunistas nos han dejado un legado invaluable. Por muchos de ellos siento admiración y por otros pocos manifiesto un profundo respeto, incluso los hay por los que siento ambas cosas a la vez.
El tema es que me parece necesaria la existencia de este y otros partidos porque mientras existan existirán las ideas que les dieron origen; aunque muy a pesar de ellos mismos muchos olviden a quienes se deben, muchos olviden la sangre que corrió por las calles del mundo. Respeto mucho a los comunistas cuando no ostentan ningún tipo de poder. Ese es el motivo de este homenaje. Celebro las ideas, celebro el arte, celebro el amor que no se vende ni se corrompe, el amor rojo que marchó, marcha y marchará en busca de la verdadera justicia, el que no llega a acuerdos de espalda al pueblo, el que pinta de memoria las calles repletas de publicidad.
Ese amor que vestido de rojo es pasión, salud, ejemplo e impulso que sostiene las demandas que otros callaran. Este homenaje, está claro, le pertenece a quienes todavía pelean por ver sus sueños hechos realidad. De ninguna forma es para aquellos que se sientan en la silla del poder por la cual Pancho Villa mostraba tanta desconfianza,; aquella donde se sentaba un hombre siendo bueno y se levantaba cambiado y no para bien. Yo sé que ustedes me entienden.
Como muchos ya saben el año pasado fue un año de movilizaciones estudiantiles y la mayoría de los lideres de las distintas federaciones pertenecen al partido comunista lo que resulta una divertida paradoja puesto que es verdad que los comunistas son más jóvenes que nunca. Hay tres diputados en el congreso ya hace bastante tiempo (aunque en honor a la verdad poco es lo que se nota) y como nunca existen espacios para que se expresen (aunque otra cosa sería que les escucharan) pero ya ven ellos, los viejos y los jóvenes no se dan por vencidos.
Esto es lo que celebro...aunque lejano están los tiempos en que la dignidad de Gladys Marín avanzaba por las calles y muy pocos lo celebraban. Más que nunca las calles se llenan de pasos y voces que ser oídas exigen. Las ideas de siempre lucen un nuevo rostro, aunque a muchos le cause escozor...un rostro hermoso y con un discurso coherente. Pero el comunismo es mucho más de los que los medios, miopes como siempre, pretende mostrar.
Recuerdo hace muchos años cuando leí una adaptación al cómic del Manifiesto Comunista en donde se enunciaban la gran cantidad de artistas que desde su compromiso con las ideas comunistas nos han dejado un legado invaluable. Por muchos de ellos siento admiración y por otros pocos manifiesto un profundo respeto, incluso los hay por los que siento ambas cosas a la vez.
El tema es que me parece necesaria la existencia de este y otros partidos porque mientras existan existirán las ideas que les dieron origen; aunque muy a pesar de ellos mismos muchos olviden a quienes se deben, muchos olviden la sangre que corrió por las calles del mundo. Respeto mucho a los comunistas cuando no ostentan ningún tipo de poder. Ese es el motivo de este homenaje. Celebro las ideas, celebro el arte, celebro el amor que no se vende ni se corrompe, el amor rojo que marchó, marcha y marchará en busca de la verdadera justicia, el que no llega a acuerdos de espalda al pueblo, el que pinta de memoria las calles repletas de publicidad.
Ese amor que vestido de rojo es pasión, salud, ejemplo e impulso que sostiene las demandas que otros callaran. Este homenaje, está claro, le pertenece a quienes todavía pelean por ver sus sueños hechos realidad. De ninguna forma es para aquellos que se sientan en la silla del poder por la cual Pancho Villa mostraba tanta desconfianza,; aquella donde se sentaba un hombre siendo bueno y se levantaba cambiado y no para bien. Yo sé que ustedes me entienden.
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