Me permitiré ahora contarles
De una revuelta amorosa
Que agita y estremece
Los rincones de la casa
Vuelan en el reducido espacio
De mi cuarto
Bandadas de golondrinas
Militantes del desorden
Brigadas de antiguos papeles
Generales de viejos cuadernos
Boletos con verdes overoles
Cartones colorados y habladores
Maderas poetisas
Y nostálgicas hojas
Jubiladas de antiguos
Árboles derribados en otoño
Se amotinan las cajas
Repletas de obras sin concluir
Y protestan desde los muros
Los libros sobre las repisas
Tan solo si los oyeran
Gritar manifestándose
Exigiendo derechos legales
A ser hechos públicos
Pidiéndome audiencia
Para reclamar que ya hace
Mucho tiempo que ellos
Fueron pensados y escritos
Y que aún no los conoce nadie
Entonces en medio del desorden
Se infiltran los poemas voceros
Que entran como Pedro por su casa
Con voces cuidadamente ensayadas
Trajes tornasoles y corbatas color
Copihue marcando sus pasos con
Lustrados zapatos de charol
Entregan sus credenciales
Y sus pliegos de peticiones
Se quedan a conversar todo
El tiempo que se precise
Jamás se les hace tarde
Me cosquillean en las pupilas
Cansan mis oídos con tanta
Es inevitable entonces
Dejar escapar un bostezo
Lo que claro está se considera
Una abierta y desmedida descortesía
Los poemas voceros
Salen indignados a informar de tal
Provocación a las expectantes bases
Las que indignadas se retiran
Mañana siguen las manifestaciones
Con mejores argumentos y más coloridas
Pancartas. Saben de sobra estos
revoltosos
Que tarde o temprano tendrán que ser
escuchados.
Fragmentario (1994)
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