¡¡Vaya semana ésta...? los mayas predecían un cambio de era, la gente una vez más como hormigas sobre el pavimento de aquellas avenidas donde ofrecen objetos que prometen felicidad y nosotros, un grupo de personas con las que trabajo día a día sumidos en un curso que claramente significó para todos mucho más de lo que podíamos siquiera haber imaginado.
Esta es la historia de un hombre que tuvo que cambiar su modo de ver la vida y de otras diez personas que descubrieron que la vida no es lo que parece. Al parecer todos tenemos algún tema pendiente con nuestros padres. Es un hecho que lo que vivimos con nuestros hacedores determina mucho de lo que somos, pero no solo eso...es un hecho que nosotros podemos aún decidir como vivir nuestra vida.
Existe un punto de equilibrio, un punto del cual nos mueven cuando nosotros lo permitimos, existen millones de motivos que mueven a las personas y nosotros mezquinamente permitiendo que nos nublen nuestros propios motivos. Podemos ver, sentir y comprender a través de la sensibilidad del otro pero que manera de insistir en aferrarnos a lo que ya conocemos.
Los mundos se acaban cada día y cada día amanecen mundos nuevos. Mundos que crecen o se estacan dentro nuestro; son mundos que necesitan de otros mundos para poder ser...mapas que sin duda no son el territorio. Nacen cada vez menos y lamentablemente mueren cada vez más. Son los mundos de cada uno de nosotros, las eras pueden cambiar muchas cosas y sin embargo solo nosotros podemos cambiarlo todo. No hay personas buenas o malas, solo hay personas y esas personas son en sí mismas la suma de todo lo positivo y todo lo negativo que conocemos.
El mundo no se acabó; sigue girando, la luz que ayer nos alumbró hoy nos sigue alumbrando. No es el mundo de afuera el que se debe caer en pedazos para que nuestros mundos de adentro puedan empezar de nuevo...hace miles de años los mayas lo sabían y nosotros en pleno siglo XXI somos incapaces de reconocer el valor de una sola persona que nos sea ajena. Seguiremos estando aquí hasta que sea nuestro día final y entonces cuando para cada uno de nosotros la luz se apague otros con otras luces dirán cuanto de nuestro mundo de adentro en ellos quedó.
Esta es la historia de un hombre que tuvo que cambiar su modo de ver la vida y de otras diez personas que descubrieron que la vida no es lo que parece. Al parecer todos tenemos algún tema pendiente con nuestros padres. Es un hecho que lo que vivimos con nuestros hacedores determina mucho de lo que somos, pero no solo eso...es un hecho que nosotros podemos aún decidir como vivir nuestra vida.
Existe un punto de equilibrio, un punto del cual nos mueven cuando nosotros lo permitimos, existen millones de motivos que mueven a las personas y nosotros mezquinamente permitiendo que nos nublen nuestros propios motivos. Podemos ver, sentir y comprender a través de la sensibilidad del otro pero que manera de insistir en aferrarnos a lo que ya conocemos.
Los mundos se acaban cada día y cada día amanecen mundos nuevos. Mundos que crecen o se estacan dentro nuestro; son mundos que necesitan de otros mundos para poder ser...mapas que sin duda no son el territorio. Nacen cada vez menos y lamentablemente mueren cada vez más. Son los mundos de cada uno de nosotros, las eras pueden cambiar muchas cosas y sin embargo solo nosotros podemos cambiarlo todo. No hay personas buenas o malas, solo hay personas y esas personas son en sí mismas la suma de todo lo positivo y todo lo negativo que conocemos.
El mundo no se acabó; sigue girando, la luz que ayer nos alumbró hoy nos sigue alumbrando. No es el mundo de afuera el que se debe caer en pedazos para que nuestros mundos de adentro puedan empezar de nuevo...hace miles de años los mayas lo sabían y nosotros en pleno siglo XXI somos incapaces de reconocer el valor de una sola persona que nos sea ajena. Seguiremos estando aquí hasta que sea nuestro día final y entonces cuando para cada uno de nosotros la luz se apague otros con otras luces dirán cuanto de nuestro mundo de adentro en ellos quedó.
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