Y después de tantos años qué... ¿nosotros los de
entonces ya no somos los mismos?
No somos, definitivamente no. No hablo de
los renovados ni de los que de tanto dolor no podrán sentir otra cosa jamás.
Hablo de los oportunos que piden perdón, de los que callando hasta ayer hoy
quieren tanto hablar.
No somos los de antes; está muy claro...ni
más malos ni más buenos; solo distintos. Otros son los intereses y otros son
los sueños.
Recurrimos a los nombres del pasado por
pura nostalgia porque ni los actos ni los tiempos nos permiten si quiera
acercarnos a su ejemplo.
Otra vez es primavera y el sol alumbra en todas
partes y no todos se entibian. Sigue soplando a veces una brisa que a no todos
da paz y un ventarrón que a algunos ni siquiera los despeina... ¿y que podemos
decir al respecto?; somos extraños no cabe duda y todos caminamos por las
mismas avenidas.
Algunos no encontraran lo que hace tanto
tiempo andan buscando porque, si lo encontraran algo grande se desarmaría.
Hemos construido sobre arena y poco a poco nos estamos hundiendo. Muchos no lo
notan y sin embargo es innegable que poco a poco el peso de nuestros actos nos
está arrastrando.
La tierra nos llama con una voz que de tan
antigua ya no comprendemos; mil cosas sin valor nos han hecho perder el tiempo.
Que alegría han de sentir aquellos que entienden que tarde o temprano nuestra
historia dejara de ser nuestra para ser la de los que nos conocieron.
La pregunta será no cabe duda qué
recordaran que hicimos cuando hablar era difícil y actuar un imposible.
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