Una serie animada que a muchos no les gusta, que algunos no entienden pero que muchos disfrutamos sin demasiados reparos. El 17 de Diciembre de 1989 se emitió el primer capitulo de Los Simpson y desde entonces la cosa no ha parado. Son ya veinticinco años de un humor que aunque irreverente sigue siendo tan conservador como religioso; las polémicas han sido en vano y al decir de su propio creador Matt Groening no tiene fecha de finalización.
Debo reconocer que por mi distante relación con la televisión llegué bastante tarde a la serie; digamos que unos diez años de retraso, por allí por 1999, cuando un canal de televisión de mi país los programaba todos los días de la semana (y no una vez a la semana como ocurre en su canal de origen) y claro, como uno no vive siempre aislado, pues los terminé viendo. Me reí entonces y me sigo riendo como usualmente pasa con la comedia bien hecha; sin embargo hay algunos aspectos que me gustaría compartir.
Siempre me ha llamado la atención que en la serie se critique abierta y aveces tan ofensivamente al la cadena de televisión donde se exhibe (FOX en Estados Unidos) pero con el paso del tiempo y con cada temporada que aparece concluyo en que es tan buen negocio la existencia de la serie para los dueños de la cadena que los millones de dolares que le reportan bien valen las pesadeces. Se supone que en la serie se burlan de las religiones más conocidas en el occidente (catolicismo, protestantes, judaísmo, hinduismo) cosa que resulta bastante difícil cuando el equipo de escritores es en su mayoría gente que proviene de familias religiosas y que procuran siempre asesorarse en los casos de no contar con la suficiente información acerca de lo que resultaría finalmente demasiado ofensivo a las distintas religiones de las que se supone se burlan. Pase lo que pase, la familia permanece unida y el amor, el compañerismo y lo que socialmente es bien visto termina por prevalecer en cada uno de sus capítulos.
Mención a parte merecen sus especiales de halloween; verdaderos ejercicios de desvarios y situaciones alocadas en que cualquier cosa puede pasar y la exquisita cantidad de referencias culturales con que se han sazonado muchos de sus capítulos en estos veinticinco años (literatura, música, cine, cómic y un largo etcétera) la cantidad de personajes invitados y homenajeados que han formado parte de esta locura amarilla que si se observa con atención termina por ser contagiosa. Es verdad que sus primeras diez temporadas (sobre todo la cuarta) son consideradas por los expertos como parte de lo mejor de lo que se ha hecho en la historia de la televisión y que después de tantos años la serie sufre un normal y esperable desgaste; pero comparto con su creador que siempre ocurren situaciones de las cuales el programa se sigue alimentando y que eso, unido a la gran calidad visual que han alcanzado los dibujos después de la olvidable primera y única película basada en la serie permiten augurar muchos años más de diversión para quienes aún disfrutamos sus descabelladas situaciones.
Por último algunas consideraciones; si no ven la serie porque a primera vista no les gusta; dense a ustedes mismos la oportunidad de verla, pero no lo hagan en televisión (ni abierta ni cable; después de todo, como en muchas cosas estamos ante otro producto exitoso del mundo consumista que tanto criticamos) y si es posible intenten conseguirse y leer el libro de Mark I. Pinsky "El Evangelio según Los Simpson" lanzado en el contexto del cumpleaños número veinte de la serie. Se van a entretener muchísimo; pero primero tienen que ver la serie y recuerden que tras la risa ocurre que a veces se ocultan asuntos muy profundos.
Debo reconocer que por mi distante relación con la televisión llegué bastante tarde a la serie; digamos que unos diez años de retraso, por allí por 1999, cuando un canal de televisión de mi país los programaba todos los días de la semana (y no una vez a la semana como ocurre en su canal de origen) y claro, como uno no vive siempre aislado, pues los terminé viendo. Me reí entonces y me sigo riendo como usualmente pasa con la comedia bien hecha; sin embargo hay algunos aspectos que me gustaría compartir.
Siempre me ha llamado la atención que en la serie se critique abierta y aveces tan ofensivamente al la cadena de televisión donde se exhibe (FOX en Estados Unidos) pero con el paso del tiempo y con cada temporada que aparece concluyo en que es tan buen negocio la existencia de la serie para los dueños de la cadena que los millones de dolares que le reportan bien valen las pesadeces. Se supone que en la serie se burlan de las religiones más conocidas en el occidente (catolicismo, protestantes, judaísmo, hinduismo) cosa que resulta bastante difícil cuando el equipo de escritores es en su mayoría gente que proviene de familias religiosas y que procuran siempre asesorarse en los casos de no contar con la suficiente información acerca de lo que resultaría finalmente demasiado ofensivo a las distintas religiones de las que se supone se burlan. Pase lo que pase, la familia permanece unida y el amor, el compañerismo y lo que socialmente es bien visto termina por prevalecer en cada uno de sus capítulos.
Mención a parte merecen sus especiales de halloween; verdaderos ejercicios de desvarios y situaciones alocadas en que cualquier cosa puede pasar y la exquisita cantidad de referencias culturales con que se han sazonado muchos de sus capítulos en estos veinticinco años (literatura, música, cine, cómic y un largo etcétera) la cantidad de personajes invitados y homenajeados que han formado parte de esta locura amarilla que si se observa con atención termina por ser contagiosa. Es verdad que sus primeras diez temporadas (sobre todo la cuarta) son consideradas por los expertos como parte de lo mejor de lo que se ha hecho en la historia de la televisión y que después de tantos años la serie sufre un normal y esperable desgaste; pero comparto con su creador que siempre ocurren situaciones de las cuales el programa se sigue alimentando y que eso, unido a la gran calidad visual que han alcanzado los dibujos después de la olvidable primera y única película basada en la serie permiten augurar muchos años más de diversión para quienes aún disfrutamos sus descabelladas situaciones.
Por último algunas consideraciones; si no ven la serie porque a primera vista no les gusta; dense a ustedes mismos la oportunidad de verla, pero no lo hagan en televisión (ni abierta ni cable; después de todo, como en muchas cosas estamos ante otro producto exitoso del mundo consumista que tanto criticamos) y si es posible intenten conseguirse y leer el libro de Mark I. Pinsky "El Evangelio según Los Simpson" lanzado en el contexto del cumpleaños número veinte de la serie. Se van a entretener muchísimo; pero primero tienen que ver la serie y recuerden que tras la risa ocurre que a veces se ocultan asuntos muy profundos.
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