El momento en que dejamos de ser inocentes y pasamos a comprender que la vida tiene tonos para nada agradables no tiene fecha ni minuto establecido. Por lo general nos ocurre ya adolescentes y a veces, muy desgraciadamente, incluso antes; pero en el caso de Antoine Doinel (Jean-Pierre Léaud) alterego del director francés Francois Truffaut, el despertar ocurre frente a nuestros ojos, cuando sorprende a su madre siendo infiel. Un muchacho acostumbrado a las travesuras, subyugado por una madre que parece no haberlo deseado nunca del todo, un padrastro que no se sabe si le quiere cerca o más bien lejos y un profesor que muy poco aporta en materia de tranquilidad y comprensión para la vida del muchacho.
El titulo de la película sugiere abiertamente un juego de sentidos; si bien es cierto está inspirado en una frase popular de Francia que hace alusión a hacer todo lo que se quiera hacer antes de madurar, también deja entrever que los adolescentes generalmente y en caso de Antoine en particular, reciben de la vida golpes que les iran perfilando el caracter. Puede que también sea interesante constatar la razón de por qué esta es una de las películas francesas más conocida de todos los tiempos; punta de lanza para la nouvelle vague escuela de cine europeo de la cual germinarían obras y directores inolvidables.
Las aventuras de este personaje conocerían de cuatro películas más en que el mismpo actor interpretó a este frances del siglo XX en distintos momentos de una de tantas vidas; pero no cabe la menor duda que la empatia que podemos sentir ante la angustiante soledad existencial del personaje cuando es adolescente no conoce de igual en las otras cintas. A veces el mar tiene connotaciones poeticas, otras denota la angustia de las almas que acuden a él en busca del reflejo de cuanto están sintiendo...cuando Antoine lo mira huyendo del internado finalizando la primera parte de su historia y luego se vuelve a la camara y nos mira a nosotros; lo que se entiende tiene directa relación con el momento en que nosotros descubrimos que nunca más seriamos inocentes.
El titulo de la película sugiere abiertamente un juego de sentidos; si bien es cierto está inspirado en una frase popular de Francia que hace alusión a hacer todo lo que se quiera hacer antes de madurar, también deja entrever que los adolescentes generalmente y en caso de Antoine en particular, reciben de la vida golpes que les iran perfilando el caracter. Puede que también sea interesante constatar la razón de por qué esta es una de las películas francesas más conocida de todos los tiempos; punta de lanza para la nouvelle vague escuela de cine europeo de la cual germinarían obras y directores inolvidables.
Las aventuras de este personaje conocerían de cuatro películas más en que el mismpo actor interpretó a este frances del siglo XX en distintos momentos de una de tantas vidas; pero no cabe la menor duda que la empatia que podemos sentir ante la angustiante soledad existencial del personaje cuando es adolescente no conoce de igual en las otras cintas. A veces el mar tiene connotaciones poeticas, otras denota la angustia de las almas que acuden a él en busca del reflejo de cuanto están sintiendo...cuando Antoine lo mira huyendo del internado finalizando la primera parte de su historia y luego se vuelve a la camara y nos mira a nosotros; lo que se entiende tiene directa relación con el momento en que nosotros descubrimos que nunca más seriamos inocentes.
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