Vamos que si de obras maestras en la filmografia de un director de culto como ha terminado siendo Luis Buñuel hablamos; muy pocas como Viridiana. Una hazaña por donde se le mire a la censura. Filmada en España, en plena dictadura de Francisco Franco, condenada a las penas del infierno por el principal periódico del vaticano. Una obra fresca, actual como actual sigue siendo la barbarie humana.
Viridiana (Silvia Pinal) es una novicia que es enviada por sus superiores a visitar a su tío aparentemente moribundo. Ella accede pues después de todo, es el quien ha pagado sus gastos en el convento. Acción de obligado agradecimiento que traerá a la apacible vida de la virginal muchacha una muestra del infierno en que vivimos cotidianamente. Ocurre que primero su tío se obsesiona perdidamente con ella, sobreviene sobre ella la tragedia y buscando lavar su pecado, renuncia a su futura como monja para servir a los pobres...
No es mi afán contar la trama de esta o cualquier otra película; aunque en este caso, bien dicho es aquello de que no importa la historia tanto como la manera en que se filmó esa historia. Repleta de imágenes inolvidables, con algunos momentos donde la música sacra y pagana dice tanto o más que las palabras. Existen algunos diálogos dignos de antología, la fotografía en blanco y negro excelente en su fin de retratar las luces y las sombras de la condición humana.
Se mandaron a destruir las copias de la película; un productor o Silvia Pinal (según quien cuente la historia) huyó a México llevando con sigo una copia. Tal vez mito, muy posiblemente realidad. Pero de lo que no cabe duda es que obras como esta película no hacen sino demostrar que algo o alguien muy superior a todos nosotros inspira a artistas como Luis Buñuel para recordarnos que no existe mayor falsedad que la caridad por obligación.
Viridiana (Silvia Pinal) es una novicia que es enviada por sus superiores a visitar a su tío aparentemente moribundo. Ella accede pues después de todo, es el quien ha pagado sus gastos en el convento. Acción de obligado agradecimiento que traerá a la apacible vida de la virginal muchacha una muestra del infierno en que vivimos cotidianamente. Ocurre que primero su tío se obsesiona perdidamente con ella, sobreviene sobre ella la tragedia y buscando lavar su pecado, renuncia a su futura como monja para servir a los pobres...
No es mi afán contar la trama de esta o cualquier otra película; aunque en este caso, bien dicho es aquello de que no importa la historia tanto como la manera en que se filmó esa historia. Repleta de imágenes inolvidables, con algunos momentos donde la música sacra y pagana dice tanto o más que las palabras. Existen algunos diálogos dignos de antología, la fotografía en blanco y negro excelente en su fin de retratar las luces y las sombras de la condición humana.
Se mandaron a destruir las copias de la película; un productor o Silvia Pinal (según quien cuente la historia) huyó a México llevando con sigo una copia. Tal vez mito, muy posiblemente realidad. Pero de lo que no cabe duda es que obras como esta película no hacen sino demostrar que algo o alguien muy superior a todos nosotros inspira a artistas como Luis Buñuel para recordarnos que no existe mayor falsedad que la caridad por obligación.
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