
A Carla, porque siempre la recuerdo.
Leí por tercera vez el que seguro es el libro más citado del maestro Julio Cortázar. En esta, la tercera que seguro es aquella que llaman la vencida, pude comprender finalmente aquellos aspectos por los cuales quienes adoran esta piedra fundacional de la literatura hispanoamericana no pueden dejar de citarlo. A quienes leen por primera vez las introspecciones de Horacio Oliveira (personaje principal del libro) puede parecerle algo en extremo caótico o cuando menos, enredado. Y es que parece ser necesario leer no una, sino muchas veces los distintos capítulos para encontrar ese algo que otros textos entregan en una primera lectura.
Soy de aquellos que creen que mientras más veces se lea Rayuela, más y mejor se comprenderá; sé que no es una tarea fácil pues estamos hablando de un libro de más de quinientas páginas; sin embargo tenemos la posibilidad de leerlo de más de una manera, y todas, sin ninguna duda, algo nos dejaran. El autor, en la cima de su capacidad creativa, nos propone (quien sabe si a modo de broma) para empezar dos formas, nosotros podemos encontrar otras más de acuerdo a nuestros propios intereses porque la lectura en este caso es un juego, que no es fácil, pero que por cierto resulta más que estimulante (se nos sugieren dos formas, allá nosotros si queremos tomarlas).
Además de la de Horacio, es la historia de la Maga, Etienne, Morelli, Traveler y Talita; entre otros seres que se mueven en dos mundos (París-Buenos Aires) que a la vez que distintos están unidos por lazos que los confunden. Son seres humanos con las inseguridades propias de los intelectuales. En este libro son muy importantes las vivencias del lector, pues es un obra no lineal, característica de la novela clásica, aquí existe una abierta provocación a los intereses y argumentos del lector. Cortázar la planteó como una contranovela, es decir, un dialogo intelectual entre quien la escribe y quien la lee.
Se nombran literatos, pintores, músicos y filósofos con la misma naturalidad con que se presenta el humor en un carácter a ratos más que negro, se cuestionan los sentimientos más sagrados y finalmente depende de cada uno lo que entiende.
En síntesis, un libro maravilloso en muchos aspectos, una de las aventuras más estimulantes para quienes no temen a la fragilidad humana, una obra rupturista para los años en que se publicó y sorprendentemente vital en estos tiempos. Pero recuerde; no es a la primera lectura que se accede a momentos y sensaciones inolvidables. Hay que tener paciencia y sin frustrarse, atreverse a lanzar el tejo más de una vez.
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