Vi esta semana un vídeo en You Tube que pretende desmitificar a varios personajes que trascendieron en nuestra historia reciente por sus obras humanas (tanto políticas, sociales, como artísticas). Nombres como el de la madre Teresa de Calcuta, Charles Chaplin o Winston Churchill; entre otros, se muestran a la sombra de su condición más crudamente humana. El vídeo no habría llamado demasiado mi atención de no ser por los comentarios de quienes además de ver quisieron interactuar con quien subió, según la mayoría, tan insensible material.
Me sorprende que algunas personas se molesten porque se dice algo que desmitifique a aquellas figuras mitificadas por los adeptos a lo políticamente correcto. Pienso que todos necesitamos ejemplos por los cuales guiarnos, y que es por eso que cuando recordamos que quienes cantan a la paz, cargan con un pasado o un presente donde la violencia es un lugar común, cuando nos enteramos que quienes son el rostro de la libertad fueron y son pequeños tiranuelos o que la más humilde de las servidoras de Dios pudo ser una mujer a la cual le importaban bien poco los pobres a los que decía servir, algo en nuestras certezas se ve trastocado.
Es muy extraño que olvidemos que en realidad somos seres altamente perfectibles; que ni uno solo de nosotros puede ser permanentemente un ejemplo a seguir. Tenemos tanto que aprender, pero no cabe duda que nuestra natural imperfección necesita de ejemplos que no nos es fácil cuestionar. Tener debilidades y superarlas habla mejor de quienes admiramos que la supuesta santidad o inefabilidad que algunos pretenden atribuirle a ciertos nombres que conocemos todos. La suma de los actos dice más que los factores que definen la historia de cualquiera. No solo no debemos esperar perfección de nadie, sino que debemos hacer algo por los demás y dejarnos de excusar nuestra insensibilidad en la natural imperfección de quienes al menos hacen el intento.
No pretendo defender, ni justificar a nadie. Creo que más que señalar a otros, por famosos que sean, no será nunca más importante que mirarnos a nosotros mismos. Reflexionar, pensar en cómo nos entregamos a nuestros propios actos. Sigo creyendo que es tiempo de construirnos para construir, amarnos para intentar amar. En fin, Sigue siendo más fácil señalar con el dedo que ponerse a trabajar para hacer al menos del mundo que nos rodea un mejor lugar para habitar.
Me sorprende que algunas personas se molesten porque se dice algo que desmitifique a aquellas figuras mitificadas por los adeptos a lo políticamente correcto. Pienso que todos necesitamos ejemplos por los cuales guiarnos, y que es por eso que cuando recordamos que quienes cantan a la paz, cargan con un pasado o un presente donde la violencia es un lugar común, cuando nos enteramos que quienes son el rostro de la libertad fueron y son pequeños tiranuelos o que la más humilde de las servidoras de Dios pudo ser una mujer a la cual le importaban bien poco los pobres a los que decía servir, algo en nuestras certezas se ve trastocado.
Es muy extraño que olvidemos que en realidad somos seres altamente perfectibles; que ni uno solo de nosotros puede ser permanentemente un ejemplo a seguir. Tenemos tanto que aprender, pero no cabe duda que nuestra natural imperfección necesita de ejemplos que no nos es fácil cuestionar. Tener debilidades y superarlas habla mejor de quienes admiramos que la supuesta santidad o inefabilidad que algunos pretenden atribuirle a ciertos nombres que conocemos todos. La suma de los actos dice más que los factores que definen la historia de cualquiera. No solo no debemos esperar perfección de nadie, sino que debemos hacer algo por los demás y dejarnos de excusar nuestra insensibilidad en la natural imperfección de quienes al menos hacen el intento.
No pretendo defender, ni justificar a nadie. Creo que más que señalar a otros, por famosos que sean, no será nunca más importante que mirarnos a nosotros mismos. Reflexionar, pensar en cómo nos entregamos a nuestros propios actos. Sigo creyendo que es tiempo de construirnos para construir, amarnos para intentar amar. En fin, Sigue siendo más fácil señalar con el dedo que ponerse a trabajar para hacer al menos del mundo que nos rodea un mejor lugar para habitar.
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