Es justo terminar esta revisión de obras literarias que por lejos son mejores que sus adaptaciones al cine; otorgándoles la razón a todos aquellos que defienden las películas explicando que literatura y cine son lenguajes diferentes; que obedecen a ritmos y códigos distintos. El fin de estas entradas es invitar a la lectura de obras de gran calidad literaria y quisiera terminar dándole una mirada al cine que reconoce ser abiertamente comercial; aquel cine que no tiene complejos en reconocer que se inspira en obras maestras. Puede ser que las cimas del cómics sean más fáciles de adaptar debido a que se puede hacer lo de Sin City, 300 o Watchmen; es decir; copiar cuadro a cuadro lo que los artistas gráficos han dibujado. Sin embargo, pretendo ir más allá; quiero contrastar aquellas películas que han pretendido adaptar obras que en lo referente a historias; son infinitamente mejores que las películas.
La broma asesina de Alan Moore y Brian Bolland, más que una historia de Batman es LA HISTORIA del Joker, un cómics book reverenciado por la crítica especializada. Una joya por donde se mire que hace muy poco fue adaptada en una película animada que se enreda en su afán de profundizar en aquello que la obra original no necesita. Alan Moore (autor del guión) es famoso por aborrecer las adaptaciones que el cine a hecho de sus obras y siendo este autor un referente esencial en el noveno arte (escribió además de esta, otras obras de arte como Watchmen o o V de Venganza) no está de más plantear que las obras nuevas cumbres literarias (y en estos casos también visuales) siguen superando a sus adaptaciones cinematográficas por ambiciosas o modernas que ellas sean.

No es que la película no tenga todo aquel morbo que le otorga la muerte de su protagonista (Brandon Lee) durante la filmación o que deje de ser una obra de culto para los amantes del cine más oscuro; lo que pasa es que El Cuervo de James O' Barr es un relato tan intimo como cruel. Basado en parte en la más tremenda vivencia experimentada por su autor (la muerte de su novia en un accidente provocado por un conductor ebrio) una vivencia de la cuál esta obra debía ser una catarsis y terminó siendo la causa de que volviera a abrir la herida. Este libro es todo lo que la primera película (hicieron varias más, pero mejor ni recordarlas) y bastante más; un relato magnético a la vez que depresivo. Aquí el dibujo no es lo que la historia. La historia se queda con nosotros para siempre.
Y para terminar; no es para nada lo mismo ver la película de las hermanas Washoski que haber leído el libro que reúne los cómics dibujados por David Lloys y escritos, cómo no, por el ya mencionado maestro llamado Alan Moore. La historia del cómics carece de cualquier tipo de romanticismo (cosa que en la película abunda) es más bien una visión de futuro basada en los sistemas represivos tan propios de la Inglaterra de los ochenta y otras patrias de otros continentes y otros tiempos. El desarrollo de los personajes por supuesto que es mucho mejor y complejo; los motivos están mucho mejor explicados y es que para nada el rostro de Guy Fawkes es la mascara que se viraliza hoy por hoy en las redes sociales. Es una declaración de principios mucho más provocadora de lo que lo que está de moda y es comerciable puede representar.
En conclusión; el cine nos permite soñar a corto plazo; la literatura estimula nuestros sentidos mucho más allá de dos horas; prevalece, no es recambiable. Desde la creación de la imprenta que nos otorga excusas para hallarnos en la evocación escrita de lo que somos y lo que soñamos. No cabe duda que el cine a alcanzado a ratos alturas mitológicas; pero convengamos que sin literatura; las películas no serían otra cosa que un conjunto de fotografías en movimiento.
La broma asesina de Alan Moore y Brian Bolland, más que una historia de Batman es LA HISTORIA del Joker, un cómics book reverenciado por la crítica especializada. Una joya por donde se mire que hace muy poco fue adaptada en una película animada que se enreda en su afán de profundizar en aquello que la obra original no necesita. Alan Moore (autor del guión) es famoso por aborrecer las adaptaciones que el cine a hecho de sus obras y siendo este autor un referente esencial en el noveno arte (escribió además de esta, otras obras de arte como Watchmen o o V de Venganza) no está de más plantear que las obras nuevas cumbres literarias (y en estos casos también visuales) siguen superando a sus adaptaciones cinematográficas por ambiciosas o modernas que ellas sean.
No es que la película no tenga todo aquel morbo que le otorga la muerte de su protagonista (Brandon Lee) durante la filmación o que deje de ser una obra de culto para los amantes del cine más oscuro; lo que pasa es que El Cuervo de James O' Barr es un relato tan intimo como cruel. Basado en parte en la más tremenda vivencia experimentada por su autor (la muerte de su novia en un accidente provocado por un conductor ebrio) una vivencia de la cuál esta obra debía ser una catarsis y terminó siendo la causa de que volviera a abrir la herida. Este libro es todo lo que la primera película (hicieron varias más, pero mejor ni recordarlas) y bastante más; un relato magnético a la vez que depresivo. Aquí el dibujo no es lo que la historia. La historia se queda con nosotros para siempre.
Y para terminar; no es para nada lo mismo ver la película de las hermanas Washoski que haber leído el libro que reúne los cómics dibujados por David Lloys y escritos, cómo no, por el ya mencionado maestro llamado Alan Moore. La historia del cómics carece de cualquier tipo de romanticismo (cosa que en la película abunda) es más bien una visión de futuro basada en los sistemas represivos tan propios de la Inglaterra de los ochenta y otras patrias de otros continentes y otros tiempos. El desarrollo de los personajes por supuesto que es mucho mejor y complejo; los motivos están mucho mejor explicados y es que para nada el rostro de Guy Fawkes es la mascara que se viraliza hoy por hoy en las redes sociales. Es una declaración de principios mucho más provocadora de lo que lo que está de moda y es comerciable puede representar.
En conclusión; el cine nos permite soñar a corto plazo; la literatura estimula nuestros sentidos mucho más allá de dos horas; prevalece, no es recambiable. Desde la creación de la imprenta que nos otorga excusas para hallarnos en la evocación escrita de lo que somos y lo que soñamos. No cabe duda que el cine a alcanzado a ratos alturas mitológicas; pero convengamos que sin literatura; las películas no serían otra cosa que un conjunto de fotografías en movimiento.
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