Este año el cumpleaños número cincuenta del libro Cien años de soledad. Vaya libro; gordo, entretenido, inspirador e imitado a decir basta. Su autor, Gabriel García Márquez, escribió siempre a la sombra de ésta, su obra de arte. Millones de ejemplares, reconocimientos varios y no cabe ni la menor duda; el libro los merece y los vale.
La historia de los Buendía, la del pueblo de Macondo a lo largo de varias generaciones nos atrapa desde las primeras líneas. Es un eterno deambular entre la tragedia, la culpa y un realismo mágico que al día de hoy sigue fascinando a quien se anime a adentrarse en la historia de la familia. Es la historia que define gran parte del folclórismo con el que durante muchas décadas imaginó a nuestros pueblos de Centro y Sudamérica el mundo europeo...inocencia o quizás ignorancia, temores religiosos y prejuicios sociales. Un mundo que incluso al día de hoy sigue teniendo tanto de nuestra realidad como de nuestros sueños.
Leerlo es tiempo ganado; sobre todo hoy en que todo tiene que ser inmediato. Antes escribí que el libro era gordo, eso en lo parámetros de lo que hoy las personas se dan tiempo de leer, porque en justicia es bastante más delgado que otros libros comentados en otras entradas y bastante más fácil de comprender; porque el autor tuvo en gran parte de su obra una técnica narrativa envidiable. Hoy incluso se puede encontrar en Internet el árbol genealógico para aquellos que argumentan que es "es muy enredado seguir a la prole de Don José Arcadio y Doña Úrsula"
No queda más entonces que acometer la tarea pendiente si no ha leído el libro o volverlo a leer como si todos aquellos a quienes nos gustan los buenos libros estuviéramos invitados a una fiesta de cumpleaños que no es una fiesta cualquiera. En esta fiesta puede ocurrir que los niños nazcan con cola de cerdo, que los sueños sean reales y que lo sacro se vea mezclado maravillosamente por lo humano. Es la re-lectura de este libro una fiesta que nos está aguardando hace cincuenta años.
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