Inquieto es lo menos que te puedes sentir mientras ves la que no cabe duda, es la más polémica película de Stanley Kubrick; una fábula despiadada acerca de la violencia. Ciencia ficción tal vez, pero con aquellos aciertos tan propios de los genios en lo que respecta a algunas de las motivaciones y búsquedas de la una juventud que no pocas veces confunde su alto intelecto con el desprecio de gran parte de lo que es diferente.
Basada en un libro de Anthony Burgess; tanto la película como el libro se consideran obras de anticipación. En el caso de la película, parece ser que se malinterpretaron las cosas y el mensaje no es el que pretendió entregar el autor del libro. La violencia tanto del individuo como la de la sociedad asquean al espectador; supuestamente indujo a actos de violencia en el Reino Unido (país de origen del director) razón que le llevo a prohibir la exhibición de la película en aquel país; aunque no fue el único lugar donde tuvo problemas.
Es comprensible; el adolescente que compone el actor Malcom Mc Dowell (nunca más perturbador que en esta película) primero a cargo de una pequeña pero letal pandilla y luego victima de la moral y las vueltas del destino; el sufrimiento de sus victimas y los actos de venganza son aspectos que no solo inquietan, sino que ofenden claramente a la sensibilidad de más de alguien. Es claro que no es una obra para todo público. Aquí, una vez más nos encontramos con un uso memorable de la música. Es inevitable destacar el revival de la música docta ( La Novena Sinfonía de Beethoven en este caso) pero también es absorbente el trabajo de adaptación con sintetizadores de la compositora Wendy Carlos.
Una de aquellas películas que pertenecen sin falsedad alguna al sitial de las obras de culto. Otra locura o genialidad del amado u odiado en partes iguales director de 2001 Odisea del Espacio. De aquellas películas que las personas extremadamente sensibles pueden ver solo una vez, si es que la terminan de ver.
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