Todavía escucho los casetes que están en la repisa junto a mi cama. Usó un Walkman y audífonos, para no interrumpir las vidas de los otros habitantes de la casa. No lo había notado; pero hace algunos días vi las multitudes que se reúnen en los locales donde se venden discos de vinilo; a veces pienso que podría empezar a comprar discos de vinilo y disfrutar de aquello que hoy es pasión de tantos, tengo un tocadiscos regalo de uno de mis hermanos que andan repartidos por el mundo y algunos discos antiguos que muy de cuando en vez escucho; pero lo mío, no cabe duda es escuchar estos casetes que siempre han estado al lado mio.
Estas cintas con audio las tengo desde que era un niño; desde que descubrí la rebelión de oír lo que quiero y no lo que ponen o se pone de moda las radios y empresas que saben más de negocios que de música; hay de todos los estilos musicales, algunos con poemas; me han acompañado desde hace tantas penas y tantos buenos momentos. Los descubrí en las ferias libres, como descubrí otras esenciales cosas que voy dejando por los lugares donde anduve y me acabo de dar cuenta que son el único recuerdo medianamente lindo que conservo de mi padre que murió hace muy poco tiempo. Era hasta muy noche cuando él copiaba casetes en la que fue hasta hace poco su casa; mis hermanas y yo muy de cuando en vez lo íbamos a visitar; por aquel tiempo descubrí el arte de multiplicar los panes de la cultura de una manera fácil pero ilegal.
Nunca terminé de copiar cosas que de otra forma hubiese sido muy difícil poder comprar, hoy la historia es una muy distinta, pero aún conservo aquel recuerdo de las cintas siendo cortadas para que tuvieran la duración del casete original, recuerdo que el esmalte de uñas era el adhesivo ideal para volverlas a juntar, las caratulas horriblemente fotocopiadas y todo tipo de música como soundtrack de una infancia que parece nunca terminar de otorgarme excusas para seguir escribiendo. Los casetes estaban entonces y están ahora que los puedo comprar originales y los busco en las ferias, persas y tiendas de antigüedades; recupero momentos que pensé perdidos para siempre, reflexiono acerca de como la tecnología nos permite escuchar cada vez mejor lo que escuchamos hace años y pienso en aquellos que escucharon los vinilos originales, otra vez en aquellos que hacen de lo que se pone de moda un negocio y una vez más me alegro de no ser bueno para hacer la mayoría hace.
Los casetes no suenan mejor que los discos láser, así como los vinilos antiguos no suenan mejor que los casetes y todo suena mal comparado con la música digital que se puede escuchar ahora; lo que para otros es el vinilo, para mi lo es el casete; es por eso que no será posible empezar una colección de discos de vinilo. Siento un profundo respeto por aquellos que compran discos y los disfrutan, pero el vinilo a mi me dice muy poco y es increíble la de cosas que me recuerdan estas cintas magnéticas.
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