Si el agua se mueve, si el viento insiste en soplar las velas que mueven las enormes embarcaciones que no pocas veces quisieran permanecer encalladas en los puertos de sus seguridades...es inevitable el encuentro de los mundos.
Por más que algunos y algunas se esforzaran, presumieran e insistieran en mantenernos pulcramente diferenciados a los unos de los otros, por más que la educación y la cultura sean meticulosamente manipuladas para profundizar la pobreza intelectual...es inevitable el encuentro de los mundos.
Los indios, los zarrapastrosos, aquellos salvajes que insisten en defender aquellos recursos naturales que precisamos todos para confeccionar aquello que llamamos progreso. Progreso y riqueza que en apariencia a todos pertenece pero en realidad a tan pocos aún enriquece...es inevitable el encuentro de los mundos.
Son las instituciones del presente las que fundaran a las instituciones del futuro. La certeza de que somos mundos que muy a pesar de los tumbos son y seguirán siendo desiguales mientras haya quienes miran con desprecio al que con la boca sucia les mancha las oraciones.
El olor de los obreros, del inmigrantes que huele distinto irrita el olfato de quienes solo hasta ayer miraban sus pulcros rostros reflejados en el azulejo de las estaciones del metro. Los templos del comercio han ensanchado sus puertas para recibir a cualquiera que traiga dinero.
El encuentro de los mundos es inevitable...ahora solo queda definir quienes son los civilizados y quienes las bestias impías.
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