Cuestiones como estas no hacen otra cosa que confirmar lo contradictorio
que pueden ser el proceder de quien crea y ama sin esperar necesariamente
agradar a un partido o a un consenso social ni político. Contradictorio que
Frida sea recordada por pintar su realidad y no andar inventando las realidades
que otros con más suerte que ella únicamente soñaban. La reivindicación de los
colores, de los accesorios de su tierra, el anhelo de las ideas intelectuales
que por entonces recalaban desde Europa a las revolucionarias tierras de Zapata
y de Villa.
Rehuir de adrede la idea de belleza que alaban todos en beneficio de
aquellos sentimientos que las mujeres tienen que guardarse solo para sí mismas.
Pocas hicieron por entonces de sus males un lenguaje tan personal y a la vez
tan universal; pocas entendieron que algunas personas nacen para tornar dolor
en amor, para sobreponerse a lo que el chueco destino insiste en decirles que
fue escrito para ellas.
Frida Kahlo es borrador y obra maestra de una vida que ella vivió y
pintó en la medida que le permitían sus porfías. Inspiración y ejemplo para
aquellas que viven según sus sentimientos sin tener que andar dándole
explicaciones a hombre ni a mujer alguna. Puro coraje, pasión con nombre y
apellido de mujer que bien sabía que algunos hombres también son capaces de
amar como pueden amar algunas mujeres. Es
cosa de darles tiempo a los muy tontos.
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