Un engaño de comienzo a fin. Una película tramposa a la vez que fabulosa. Escabrosa a la vez que graciosa. Una obra maestra que al día de hoy sorprende por su excesivo y preciso divertimento a la vez que por sus adorables interpretaciones. Los Hermanos Ethan y Joel Coen logran con esta película una de sus obras maestras (es muy probable que no pocos de sus admiradores prefieran El Gran Lebowski (1998), pero yo me quedo con ésta).
Un arruinado a la vez que apocado gerente de una compraventa de autos ( genial William H. Macy) contrata a dos más que singulares criminales (Steve Buscemi, en otro de sus magnéticos personajes y Peter Stormare, intimidarte a la vez que inexpresivo) para fingir el secuestro de su esposa y así poder repartirse con ellos el dinero de la recompensa que pagará por el rescate su millonario suegro. Un falso crimen que no tenía modo de ser algo inseguro...pero es una película de los Coen y las cosas resultan de la manera menos esperada.
Conviven en esta historia personajes complejos con personajes tan simples como bellos. La oficial de policías compuesta en lenguaje cinematográfico por aquella eximia actriz que siempre ha sido Frances Mc Dormand, que a ratos nos recuerda a Sherlock Holmes, empoderada a la vez que sencilla y entrañable, nos deja pensando en que si lo que acabamos de ver es una película de crímenes, una comedia negra o qué, lo único claro es que, aunque nada de lo visto sea cierto nos mantiene pegados al sillón en lo que dura la película (lo justo y necesario por cierto, lo que demuestra que una película cuando esta bien hecha no tiene porque hacernos eterna).
Un éxito tanto de público como de crítica (pocas son las películas que pueden presumir de esto), una de aquellas películas que vuelta a ver después de muchos años resulta casi tan cautivante como la primera vez que se le vio.
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