Ir al contenido principal

Séptima conciencia

  *

Cuando mi hermana mayor tenía veinte años y yo tenía quince; mi hermana trabajaba como empleada puertas adentro y yo como fletero en la feria los fines de semana. Nos veíamos de tanto en tanto en la entrada de la feria donde su patrona iba con ella a comprar los fines de semana. Mi hermana me miraba reprobando el que yo estuviese sentado en el carretón, leyendo diarios viejos a la espera de que alguna señora quisiera contratar mis servicios.

Mi hermana no veía a los otros muchachos que también esperaban sentados en sus carretones junto al mío. Tenía solo ojos para mí porque creía conocerme. Alguna vez le intente explicar que por aquellos años a un grupo de cesantes (que en aquellos años había muchos) les dio por organizar en las ferias una especie de policía secreta que intentaban disminuir la delincuencia en las ferias de la comuna. Era un grupo de no más de diez hombres (todos mayores que nosotros los fleteros) que se encargaban de darle un buen escarmiento a quienes se atrevían a robar frutas, verduras, monederos o lo que fuera. Esto a cambio de una propina por parte de los vendedores de la feria al final de la jornada de trabajo.

Habían decretado estos señores de la ley improvisada que los carretones solo podían entrar a las ferias si iban contratados por alguna señora y no todos corríamos con la misma suerte. Yo llenaba aquellos tiempos de espera leyendo noticias que habían perdido ya toda importancia. En realidad, no era mucho más lo que podía hacer.


**

Aún al día de hoy es muy latente el recuerdo de cómo llenaban sus propios tiempos de espera algunos niños carretoneros. Cuando detenía por un rato la lectura los miraba amarrados a las bolsas con agorex y tolueno. Aquello no me alarmaba en lo más mínimo; yo sabía que eran buenas personas y que, con ellos, cuando no estaban en estado de gracia, muertos de la risa, se podía conversar.

Siempre me preguntaban por qué me gustaba tanto leer y teníamos conversaciones bastante alejadas de los prejuicios que hubiese sido tan fácil tener. Algunas veces les leí noticias atrasadas; a ellos las noticias que no fueran de fútbol no les decían nada, a pesar de que les daba la lata de insistirles que la gente que pretende ser gente debe estar enterada de ciertas cosas.

Mi hermana tampoco le encontró nunca verdadera importancia a aquello de leer las noticias, ella escuchaba las canciones románticas que sonaban en la radio, trabajaba porque en aquellos años los que eran adolescentes como nosotros si no estudiaban trabajaban, cosa que a las noticias de los diarios no le importaban.


***

Que aquel periodo de nuestra vida en que se pueden definir tantas cosas se le llame adolescencia me parece un chiste de muy mal gusto. Adolecer es carecer, no tener dolor ni motivación cuando es precisamente por aquellos años en que empezamos a conocernos.

Recuerdo a adolescentes que llenaban sus tiempos de espera con asambleas, mítines y largas horas de filosofía y dialéctica de breve duración. Recuerdo futuros obreros convencidos de que no tenían otro derecho que soñar con una casa propia a la cual llegar y poder encontrarse con la familia que debimos todos haber tenido algún día. Recuerdo muchachas a las cuales les pesaba la obligación de ser bonitas que la adolescencia les otorga. La madurez que ellas casi siempre encuentran antes que los hombres.

Mi séptima conciencia es que cuando dejamos de ser niños o niñas y no somos todavía adultos, hay un sinfín de tiempos de espera por llenar. Que las preguntas urgentemente deben encontrar sus respuestas, los modelos de convivencia deben ser al menos una vez cuestionados, se deben los jóvenes informar sobre el devenir de los otros para comprender que las noticias que entregan los diarios significan tan poco todavía para tantos que se convencen de que todavía no hay otra forma de vivir la vida que no sea acompañar al patrón o a la patrona y escuchar la música que está de moda.


 


Comentarios

Entradas populares de este blog

Quelentaro

Q uiero hacer este homenaje ahora porque no quiero llegar con él cuando sea tarde. Remontarme a la infancia porque aunque resulte inapropiado, una irresponsabilidad de mis padres o quién sabe qué cosa....lo que más recuerdo de mi infancia son las coplas del dúo Quelentaro . Eran un conjunto en un comienzo (cosa que muy pocos en realidad saben) después pasaron a ser un dúo y gran parte de los años ochenta era solo Gastón el que cargaba con el pesado nombre del arte que para tantos de nosotros es enorme debido a que su hermano Eduardo tuvo que partir en palabras propias de ellos, a lejanas tierras. La poesía y la música de Quelentaro vienen de la tierra, se conecta con aquellos que a tumbos hemos ido caminando la vida. Su arte es decididamente más comprometido y menos masivo que el de otros cantores populares....pero este homenaje no es por lo artístico; es porque aunque ellos no lo saben del todo; mis propios caminos se han topado algunas veces con los de ellos. Cuando E...

Casas de cartón

N o tenía la menor idea de que Marco Antonio Solis había grabado una versión de la canción, ni que vendieran casas de cartón para que jueguen los niños que pueden comprarlas. El caso es que buscando información sobre el (a estas alturas) innegable aumento de casas de cartón, palos y latones alzadas en la principal avenida de la ciudad en que transito, no me fue de ningún modo posible, evitar recordar una de las canciones de aquel furibundo, y dulzón, cantautor que fue el venezolano Alí Primera. Tenemos como nunca a vista y paciencia de quien use sus ojos para ver lo que no conviene de ningún modo mirar... a personas durmiendo en la calle. Puede ser que como una inevitable consecuencia de aquello del individualismo usted me pueda decir que son desarraigados, drogadictos y vagos que se niegan a ser responsables como aparentemente usted y yo lo somos pero, resulta que me he acercado a algunas de estas casas que juntas, frente a las universidades y clubes de gente bien, conforman fami...

Tres hermanos (1981)

C uando terminamos de ver una película que nos tuvo cautivados más por sus silencios que por sus contenidas actuaciones. Cuando oímos sorprendidos que los problemas de la justicia, las reivindicaciones sociales y del amor definitivamente parecen ser siempre los mismos y aún así, sentir un extraño estremecimiento minutos después de haberla terminado de ver; pienso que es una película que hay que ver. Tres hermanos es una película sobre hombres, sobre la manera en que sobrellevamos nuestras emociones. Dirigida por Francesco Rossi y protagonizada por Phillipe Noire , Michelle Placido y Vitorrio Mezzogiorno en los roles de los tres hermanos que vuelven al pueblo donde crecieron con motivo de la muerte de su madre. Allí les espera su padre, un conmovedor Charles Vanel , que parece ser, junto a su nieta (la que viaja con  su padre; el menor de los hermanos) los únicos que realmente sienten la perdida. Uno juez, el otro trabajador social en un hogar de niños con  diversa...