También están llenos mis
recuerdos de aquella mejor llevada hipocresía que en no pocas personas es la
muestra más excelsa de su buena educación; es decir, no decir nunca nada que les
vaya a comprometer demasiado, esperar que otro u otra lance la primera palabra
para dar su opinión, acatar mejor lo que vote la mayoría a decir de frente que
no están de acuerdo, porque siempre es mejor el silencio a pasar por
desagradables.
No pocos de aquellos y
aquellas desagradables se expresaban mejor por medio de algún tipo de arte que
hablando y es que la extrema sensibilidad suele impulsarte a hablar sin pensar,
a involucrarse en lo políticamente incorrecto, y aunque la mayoría se ufana de
ser directos y frontales, no pasan de ser unos desagradables por no saber
todavía cómo es que deben dosificar el profundo pozo de su sensibilidad que, no
pocas veces suele ahogarlos en angustias sin explicación e injustificadas
depresiones.
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