
Odio los uniforme
porque marchan vacíos
de voz y sentimientos
y toda carencia
a mí me
incomoda.
Me fastidian
porque se quedan callados
ante las voces mayores
cuando éstas gritan insolentes
a la mujer que de
rodillas
pregunta por su hijo desaparecido.
Parece que la gorra
les arrancó los pensamientos.
Asesinan con la mirada
y no los dejan ensuciar
sus botas con el polen
de la primavera.
Me fastidian
pues han plantado
entre sus cejas una mata
de marchitos dogmas.
Por su educación
estricta
que les impide regalar una
sonrisa.
Por el ladrido de
mando
que los hace inentendibles
en el lenguaje de los humildes.
Odio los cortes rasos
que dan a sus cabellos
aspecto de árboles
mutilados
por cuchillos de viento.
Me inquietan cuando abren la boca
y dejan escapar los ecos de la muerte.
Cuando pasan en correcto orden
cual si fueran avispas
con ballesta recién afiladas.
Protegen
los intereses
no
de la Nación
sino
que servilmente
los
de una clase de gente
que los
alimenta
como
el amo al perro
de
mendrugos y sobras.
Los
detesto además
porque
sus armas
las carga el diablo
y
porque el brillo de sus galones
ciegan
las pupilas
del ser humano que las
porta.
Retienen la libertad
de
un cuerpo que desnudo
es
igual al de cualquier hombre
y aprenden de víboras y chacales
a
matar y torturar a sus iguales.
Triste
es el destino del uniforme.
Yo
lo desprecio con toda mi poesía
Pero
solo al uniforme
No al hombre cuando se
lo quita.
El
hombre sin el uniforme
También
es un ser humano
(1990)
(1990)
Super bueno su blog siga escribiendo como lo hace hasta ahora por q me inspira ADIOS.
ResponderEliminarTrataré de seguir escribiendo. Gracias por tus palabras.
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