
Comenzar de nuevo, atreverse a concretar los sueños pendientes, a decirle que la amamos en secreto todos estos años a la vecina del frente o a nuestra mejor amiga. Pedirle un aumento al jefe, cumplirle las promesas a quienes todavía creen en nuestra palabra, ir a ver a ese ser querido con el cual estamos distanciados hace tanto tiempo.
Ser mejor persona y compartir lo nuestro por poco que sea, hablar con la verdad aunque no sea conveniente, plantar un árbol, escribir un libro y decidirnos a procrear un hijo o una hija que nos devuelva las sonrisas en un mundo en que cada vez se sonríe menos.
Comprarnos aquello que hace rato queríamos comprarnos, bajarnos del auto para caminar por la plaza una mañana de enero, beber agua con hielo y agradecerle a los árboles por regalarnos la sombra.
Decidirnos a ser quienes siempre quisimos ser, sin temor a ser diferentes. Respetar y respetarnos, escuchar más que hablar, ocuparse de aquello que nos preocupa, entregar más que pedir, limpiar los estantes de la casa y los rincones del alma para que no quede nada con el polvo del pasado.
Agradecer la compañía o la soledad que no es sino la mejor estación para encontrarse con uno mismo. Abrazar con verdadero cariño y no por compromiso, darles las gracias a los amigos por serlo y sentirse orgullosos de ofrecer nuestros buenos pensamientos.
Todo aquello antes de que termine el último día antes del primer día, porque aún conservamos el derecho a querer ser mejores. De cada uno depende cuánto de nuestros deseos se vuelvan realidades.
No importa cuánto haya pasado, el mañana sin duda que siempre puede ser mejor.
Una mañana de esas me desperté y ya era el primer día del comienzo de un nuevo año al que llamé "Incertidumbre",como decía mi amigo Serrano. Tuve 12, 13, 14,o más segundos de oscuridad,llegaba la noche y se venía el segundo día y vendrían los demás.Buscaba la luz del sol para sentirme feliz porque él brillaba también sobre mi. Con mi cara lo acaricié y me dormí en él, fue mi compañero de este segundo día. No tenía a quién rezarle pisaba a ciegas, podé las flores del jardín de mi alma para entretenerme, me hice hermana de todo y de nada, sólo viví desde mi alma y cultivé rosales con espinas y sin espina, las que quedaron con espinas son para quienes no quieren darme un respiro y las sin espinas para abrazar y no dañar a los que amo y me aman. Nada material tengo para darte pero si te sirve de algo, te doy mi ternura que es lo único que poseo.
ResponderEliminarGracias por tu comentario y gracias también por tu ternura.
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