No siempre se sabe de donde es que finalmente vienen ciertas personas; a mí no es mucho lo que eso me importa pero en el caso de la extraña me causaba una innegable inquietud. No sabíamos de dónde venía ni hacia dónde había partido tras su breve paso por el pueblo pequeño.
Ella sabía hacer que las personas se sintieran bien y para ello no recurría a enigmas ni confusas teorías teocéntricas, simplemente era ella misma; tan jovial, tan sabia, tan amiga y relajada como si desde siempre nos conociera.
Su estadía fue un veranito de san Juan, un tiempo para sentir más que decir, la mayoría de las personas del pueblo ni siquiera notaron su paso pues ya he dicho que fue fugaz. No recuerdo su nombre pero si recuerdo que pasaba la mayor parte del tiempo escuchando le que le quisiesen contar.
Era sabia con los niños y no tenía miedo de parecerse a ellos, reía claramente y miraba a las personas serenamente no guardaba secretos y siempre esperaba que alguien tuviese ganas de pasar por su casa. Siempre había un jarro con jugo de frutas en su mesa, pastelillos y música en el tocadiscos que ofrendaba paz hasta al más iracundo.
Era extraña, no cabe duda. Un día se fue sin despedirse de nadie y puede ser que nadie la extrañe porque nunca se hizo notar. Sin embargo sé que las cosas no son como antes de su llegada. Ella parecía una brisa…pasaba y a penas dejaba huella; pero las hojas que habían sido movidas del camino tras su paso eran la prueba innegable que había estado aquí un día.

¿Por qué encontrar extraña a una persona que se nos parece tanto? Tal vez ella fue la voz y las palabras que nadie quiso escuchar y por eso caro tuvo que pagar, pero eso a nadie le importó porque no les tocaba aninguno de ellos. Esa extraña tenía tanto que entregar, tantas vivencias que todo lo tenía a flor de piel y también lograba sonreir y hasta reir aún cuando su alma sangraba por alguna traición. Un amigo,de ese mismo pueblo pequeño, un día le dijo que no le entendía esos cambios de ánimos,un día lloraba y al momento siguiente ya sonreía. Lo que ese amigo nunca entendió que era necesario reir para curar y para "respetar" a los que estaban a su alrededor que ya no recordaban cuánto tiempo tuvieron que callar para salvaguardar el sustento diario.Es verdad esa extraña pasó pero su aroma dejó.
ResponderEliminarPara mi la palabra extraña no es una mala palabra. Es el enigma, el deseo de conocer, de experimentar y de amar cuando todos son cautos.
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