
26 de Junio; Salvador Allende 100 Años...
Tal vez por la pasión en la
palabra que desarma el discurso correctamente pauteado por los intereses
comerciales; la emotividad, recordar esa sensación de poder ser más buenos que
ayer…quizás porque pudo haber llamado a su pueblo a resistir y los invitó a la
calma, a la reflexión, cosa que muchos no tienen ni tuvieron nunca. Por cumplir
tal vez con los mandatos de una constitución que le dictaba por entonces la
rectitud a él que ostentaban la responsabilidad de ser por primera vez el
presidente de los que nunca tuvieron presidente.
Es uno de los rostros de Chile
que vuela en la memoria de los que tienen memoria en el mundo. El ejemplo a
seguir para los que aún se atreven a confirmar con sus actos la fortaleza de
sus discursos. La impotencia de un proceso inconcluso, de la tortura, la
mentira de seres inhumanos que no supieron nunca cómo explicar por qué había
que matarlos a él y a todos los que se atrevieran a pelear contra la injusticia
tan natural para tantos durante 200 años de historia.
Va en estos tiempos más vivo y
más ejemplar que nunca y aunque muchos no entienden por qué a otros supuestos
héroes tratará de olvidar a toda costa la historia. Por qué a él se le recuerda y se le ofrecen homenajes
a veinte, a treinta años de su muerte. No comprenden por qué se le recuerda si
fue derrotado, si vio fracasado su proyecto si era responsable del desorden,
del odio que se supone nació entre los que se supone eran hermanos.
Cómo podrán entender los que no
sienten y sacan cuentas, los que nunca han tenido hambre, los que jamás
conocieron de ser discriminados por ser pobres, aquellos que no fueron nunca
engañados para robarles una buena tajada del salario. Cómo podrán comprender
los que nunca salieron a la calle a gritar para ver si alguien oía lo que
tantos se negaban a ver. Cómo podrán comprender los que guardan la compostura, los
que vivieron queriendo ser como la clase dominante, los que soñaron con el
poder y el prestigio, como podrán comprender los que nunca vivieron para
trabajar que no se nos permita olvidar a quién fue un compañero.
Menos entenderán cuando sepan que
esta vez no recordamos ni su muerte ni sus derrotas. Recordamos su nacimiento;
ese sencillo momento que cumple cien años. Ese comienzo de un largo camino que
lo llevaría hasta la inmortalidad, inmortalidad que otros nunca alcanzaran
aunque no puedan entender jamás por qué es.
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