
Por estos días he estado reflexionando acerca del “experimento” que realizó Joshua Bell, el violinista norteamericano más celebre de nuestros tiempos (según los diarios que hablan de él). Se le ocurrió a este muchacho (nació en 1967) tocar su Stradivarius de 300 años durante tres cuartos de hora en una estación de metro de Washington D.C., a quién le sorprende, fue ignorado recibiendo a lo más algunas monedas. Podría pensarse que quienes viajan en el metro son personas que no escuchan música clásica o que en su presupuesto mensual no está contemplado gastar en alguno de los discos de este joven virtuoso, el hecho es que el citado metro da a las cercanías de algunas oficinas de cultura. Hacía dónde van mis cavilaciones…Para algunas personas el arte solo puede ser hallado en teatros, la gente no le da importancia a lo que oye, corremos constantemente sin reparar en quienes nos rodean en esta carrera loca que es la vida. Cada quién saque sus propias conclusiones.
Ingrid Betancourt fue liberada. Su rostro ya familiar inundó boletines y papeletas de prensa. Todos nos alegramos por cierto, pero además, algunos nos quedamos pensando. Cuántos se preguntaran por estos días ¿qué son las FARC?, ¿cuántos pensaran en los que no fueron liberados porque no hay fortunas, ni organizaciones ni naciones que los reclamen…todo es Ingrid, como señal del triunfo de la razón por sobre la barbarie. ¿Pero que será lo que provoca la existencia de estos bárbaros que se dejan embriagar por el odio y actuar con aquella irracional violencia que contradice los principios que inspiran sus luchas. Ingrid ya es una celebridad, querrán sacarle partido, yo espero que los años de sufrimiento le hayan servido para crecer aun más como persona y que no sea parte del circo que se montará en su nombre. Que disfrute a sus seres queridos, que los abrace y que se ponga al día de tantas cosas lindas que se le adeudan y que deje a los de siempre con sus espectáculos de falso heroísmo y milagros pagados con dólares.
En algún sitio del mundo hay un verdadero artista viviendo de monedas

y sufre más de un prisionero al cuál nadie reclama. Ambos están y seguirán estando en mis pensamientos.
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