
El pasado 26 de junio, subí una entrada bajo la etiqueta de homenajes a propósito de los cien años del nacimiento de Salvador Allende; sin embargo el verdadero homenaje se lo quiero brindar durante este mes de septiembre y no solo a él sino a todos aquellos que rozaron la posibilidad de un Chile distinto. Con sumo respeto, este será un especial de primavera, un auto regalo de un tiempo que no cabe duda no será fácil de borrar.
Hace 38 años del triunfo de La Unidad Popular, a 35 del golpe de estado que nos legó el país en que estamos viviendo. Todo parece hace tanto tiempo y sin embargo ya ven; las heridas aún no se cierran.
Aquellos años seguro fueron una fiesta para los que no tenían nada sino su conciencia social, limpia e incorruptible. Un único renacimiento del acervo cultural de un pueblo que no pudo nunca terminar de entender como la alegría se fue convirtiendo en odio y como una revolución que sin derramamiento de sangre sorprendía al mundo entero terminó siendo una sarta de descalificaciones de uno y otro lado.
No cabe duda que el caos de aquellos años tuvo en ambas partes responsables lo que no justifica la feroz dictadura que vino a devolverles la paz a quienes desde siempre vivieron cómodos clasificados en clases.
Hoy más que nunca debemos aprender de la historia, hoy que creemos que el dinero lo compra todo, hoy que vemos como muchos se arriman a grupos desformes en que nadie es nada y todos quedan bien con todos. No se trata de pregonar el odio, es a penas el secreto deseo de construir una nación más justa en donde podamos vivir todos como seres humanos. Aquella es la tarea no solo para un país, sino para todo un continente que observa como hoy en día las izquierdas por una parte se han ido mimetizando cada vez más con los dueños del mundo de los negocios y por otra, desvarían mareados por la estabilidad que dan los barriles de petróleo. Otro mundo aún puede ser posible, un mundo donde los políticos mueran defendiendo lo que creen, un mundo en que todos los niños tengan al menos un vaso de leche al día y donde ser diferentes no sea causal de odio; después de todo, cuando es septiembre en casi toda América es primavera.

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