Ahora que he vuelto tras haber estado atrapado en eso que llaman "exceso de trabajo" tengo ganas de escribir sobre un tipo extraño; uno como yo...o incluso mejor que yo. Este extraño, es un loco consumado porque todavía hace todo cuánto se le da la gana. Camina, viaja, toca música, hace clases y habla una vez por semana junto a otro loco consumado al que llama Miguelo en un programa de radio que seguro los pocos que lo escuchan son tan extraños como él, como usted que lee, como Miguelo o como yo que todavía tengo tantas cosas por escribir.
Para Gabriel; ese extraño que hablando de si mismo, habla de todas las cosas que son de todos cuántos no se han subido aún al carro de la cotidianidad; también para Miguelo, que me agrada sin haberlo visto nunca, y sin embargo tras oírlo parece uno de aquellos con quienes aún comparto sueños esta escrita esta entrada.
Debo confesar que no veo ni escucho los programas que la televisión y la radio ofrecen a quienes gusten escucharlos o verlos; me gusta aquella libertad que nos permite no ver y no escuchar lo que nada nos aporta, elegir, buscar y disfrutar lo que nos haga pensar,aunque sea un rato, cuestión de una hora a la semana por ejemplo. Gracias muchachos por La Carbonera; y ahora una historias de esas que a veces cuenta Gabriel.
Estaba cruzando una esquina y unos Israelitas me llamaron de la otra vereda, estaban haciendo dedo, como sea me acerque con mi guitarra, estábamos a la cresta del mundo en el lugar mas perdido del planeta, y sin mas, entre mi inglés a medias y su español chanta, me regalaron un paquete de galletas... y yo una canción que no entendieron.
Para Gabriel; ese extraño que hablando de si mismo, habla de todas las cosas que son de todos cuántos no se han subido aún al carro de la cotidianidad; también para Miguelo, que me agrada sin haberlo visto nunca, y sin embargo tras oírlo parece uno de aquellos con quienes aún comparto sueños esta escrita esta entrada.
Debo confesar que no veo ni escucho los programas que la televisión y la radio ofrecen a quienes gusten escucharlos o verlos; me gusta aquella libertad que nos permite no ver y no escuchar lo que nada nos aporta, elegir, buscar y disfrutar lo que nos haga pensar,aunque sea un rato, cuestión de una hora a la semana por ejemplo. Gracias muchachos por La Carbonera; y ahora una historias de esas que a veces cuenta Gabriel.
Estaba cruzando una esquina y unos Israelitas me llamaron de la otra vereda, estaban haciendo dedo, como sea me acerque con mi guitarra, estábamos a la cresta del mundo en el lugar mas perdido del planeta, y sin mas, entre mi inglés a medias y su español chanta, me regalaron un paquete de galletas... y yo una canción que no entendieron.
"El músico que escribe y el escritor que oye, el mundo esta de cabeza" saludos jajaja!
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