
Mi comarca, está en el mismo asteroide, calle o caminos desde el que siempre escribo. ¿Me creerán si escribo que donde yo voy van todas aquellas personas, todas aquellas flores, jardines, jarros, servicios, libros y sonidos que me hacen tanto triste como feliz? Conmigo van el único infierno y el único paraíso que conozco.
Esta semana fue de fiesta...me sentí valorado, querido y necesitado como pocas veces. Una pequeña tropa de tristes que se desplazan momentáneamente bajo mi cargo bailaron de acuerdo a mis argumentos; ellos son ya grandes y no siempre están dispuestos al sometimiento; al igual que a mi...solo el amor les ha ganado.
Otros cotidianos ajenos se mezclaron con mis cotidianos vecinos de ideas. Celebramos todos juntos como muy pocos habrían imaginado, y fuimos por muchas horas no solo felices, sino que también nosotros mismos, sin vergüenza a serlo.
En una mesa mucho más pequeña me enteré que la sopa en día de lluvia no sería la misma si es que yo no estaba y no conocí del frío cuando era de noche abrigado no solo por mantas, sino que también por abrazos y besos...y la bella hoguera que es tras el fuego la conversación.
Supe del constante riesgo de perder a un ser amado y como tantas veces el riesgo tan solo bastó para recordar que hoy siempre es el día para decirle a quienes nos rodean cuánto los valoramos. Aunque de todos modos pase el tiempo y algunos de nosotros volvamos a las penas, la decepción y tal vez la incredulidad; siempre permanecerán en nuestros recuerdos semanas como está. Semanas en que terminamos rendidos pero innegablemente felices y no tanto porque sacamos adelante difíciles tareas, como por el inmenso regalo que siempre será ver a otras personas (altas y bajitas) que también fueron felices.
Las risas seguirán siendo para mi una de las más hermosas expresiones musicales que existen...
En una mesa mucho más pequeña me enteré que la sopa en día de lluvia no sería la misma si es que yo no estaba y no conocí del frío cuando era de noche abrigado no solo por mantas, sino que también por abrazos y besos...y la bella hoguera que es tras el fuego la conversación.
Supe del constante riesgo de perder a un ser amado y como tantas veces el riesgo tan solo bastó para recordar que hoy siempre es el día para decirle a quienes nos rodean cuánto los valoramos. Aunque de todos modos pase el tiempo y algunos de nosotros volvamos a las penas, la decepción y tal vez la incredulidad; siempre permanecerán en nuestros recuerdos semanas como está. Semanas en que terminamos rendidos pero innegablemente felices y no tanto porque sacamos adelante difíciles tareas, como por el inmenso regalo que siempre será ver a otras personas (altas y bajitas) que también fueron felices.
Las risas seguirán siendo para mi una de las más hermosas expresiones musicales que existen...
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