
Sin pensarlo necesariamente; todavía vive un poco en mi el recuerdo de un joven en viaje a ser el hombre que está destinado a ser. Va no buscando nada...todo lo que necesita va con él. Entiende los sentimientos de la gente aún a través de sus propios sentimientos, mira la inmensidad de los bosques y de los desiertos a través del tenue abismo que le separa de aquellos que no le comprenden.
Aquellas que le conocieron ya no lo recuerdan; a penas vieron en él un mezquino que no hizo sino buscarse a si mismo gastando irresponsablemente el cariño que ellas le ofrecieron. Los hombres que le conocieron nunca vieron en él altura alguna. Los niños que parecían tanto quererlo fueron los primeros que dejaron de hablar de él y libres como solo pueden ser ellos, corrieron en busca de horizontes nuevos.
En las noches más estrelladas podrán encontrar al joven que les cuento sentado tratando de saber cuántas son en total las estrellas. Intentando comprender porque por más que camina no avanza, enomorado aún de si mismo cuando dice amar a los demás...viendo aún su propia grandeza en los paisajes a los que llega cada cierto tiempo. Por que no cabe duda que él es grande; tan grande como cualquiera que se tenga a si mismo pero no lo suficiente aún...pues el cree que se puede desechar a quienes en el más corto de los caminos por buena fortuna vamos conociendo.
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