Le gusta el fin de mes porque puede abordar el transporte público y darle dinero a quienes merecen reconocimiento por su arte que es anónimo y es bello...niñas que cantan canciones que la gente no conoce, poetas que esparcen palabras que incomodan a más de alguien en sus asientos. Puede bajarse en uno de los parques que todavía quedan en la ciudad y poner muchas monedas en el tarro de la colecta de una de aquellas fundaciones que se hacen cargo de lo que los demás preferirían olvidar; ver el rostro alegre del voluntario que le da un adhesivo que esconderá y unos dulces que seguro en algún momento comerá.
Le gusta el fin de mes porque no tiene que pagar cuentas propias y aveces se ofrece a pagar cuentas ajenas. Porque se sienta en las bancas de las plazas y mira a la gente que pasa; en esas plazas no está nunca solo, viene alguien y argumentando motivos usados de sobra, espera de él una o dos monedas...les ofrece tiempo, le gusta escucharlos, conocer la profundidad de sus historias y puede ser que les de más de lo que ellos esperaban, siempre y cuando sus historias lo convenzan.
Pocas historias le convencen, porque cada vez son menos honestas las historias que cuenta la gente, pero le gustan los fines de mes porque puede saber de otros que creen necesitar dinero y no pocas veces, descubren que también necesitaban ser escuchados. A veces entra a uno de esos restaurantes donde la gente bien no entraría por ningún motivo y pide la colación del día, busca a otros que como él almuercen solos y le alegra descubrir que casi nadie come solo. Comer solo es un tipo de retiro espiritual, una abierta invitación a pensar en aquellos que podrían estar sentados en las sillas que están a su lado...no siempre son conocidos, a su lado siempre habrá un lugar para aquellos que por azar o costumbre encuentran una pausa para su propia soledad.
Cuando es fin de mes el bebe y come con extraños que encuentra por las calles, mira en los escaparates objetos que no necesita comprar y que compra imaginando la alegría de quienes aquellos objetos recibirán. Junta cansancio después de tanto caminar, sueño porque cansa andar siempre despierto y cuando cae la tarde de nuevo viaja en el transporte público en un trayecto que es a la inversa; retrocede todo lo andado para volver a la seguridad del hogar, a las obligaciones del trabajo y a la más terrible soledad; aquella de los que hacen las cosas por costumbre. Pero no vuelve jamás derrotado, él sabe que es inevitable que treinta días vuelvan a pasar y que tendrá dinero de nuevo para compartir. No es una gran vida, pero es la única forma en que el sabe vivir.
Le gusta el fin de mes porque no tiene que pagar cuentas propias y aveces se ofrece a pagar cuentas ajenas. Porque se sienta en las bancas de las plazas y mira a la gente que pasa; en esas plazas no está nunca solo, viene alguien y argumentando motivos usados de sobra, espera de él una o dos monedas...les ofrece tiempo, le gusta escucharlos, conocer la profundidad de sus historias y puede ser que les de más de lo que ellos esperaban, siempre y cuando sus historias lo convenzan.
Pocas historias le convencen, porque cada vez son menos honestas las historias que cuenta la gente, pero le gustan los fines de mes porque puede saber de otros que creen necesitar dinero y no pocas veces, descubren que también necesitaban ser escuchados. A veces entra a uno de esos restaurantes donde la gente bien no entraría por ningún motivo y pide la colación del día, busca a otros que como él almuercen solos y le alegra descubrir que casi nadie come solo. Comer solo es un tipo de retiro espiritual, una abierta invitación a pensar en aquellos que podrían estar sentados en las sillas que están a su lado...no siempre son conocidos, a su lado siempre habrá un lugar para aquellos que por azar o costumbre encuentran una pausa para su propia soledad.
Cuando es fin de mes el bebe y come con extraños que encuentra por las calles, mira en los escaparates objetos que no necesita comprar y que compra imaginando la alegría de quienes aquellos objetos recibirán. Junta cansancio después de tanto caminar, sueño porque cansa andar siempre despierto y cuando cae la tarde de nuevo viaja en el transporte público en un trayecto que es a la inversa; retrocede todo lo andado para volver a la seguridad del hogar, a las obligaciones del trabajo y a la más terrible soledad; aquella de los que hacen las cosas por costumbre. Pero no vuelve jamás derrotado, él sabe que es inevitable que treinta días vuelvan a pasar y que tendrá dinero de nuevo para compartir. No es una gran vida, pero es la única forma en que el sabe vivir.
Comentarios
Publicar un comentario