A partir de ahora
necesitaremos más la tolerancia. Para poder vernos, escucharnos...respetarnos.
El mundo que conocimos ya no será nunca el mismo. Cada uno piensa solo en sí
mismo, no existe ni la más remota posibilidad de estar equivocados. Nos
seguimos insultando en nuestro poco tiempo, gritamos para no escucharnos, pero sobre
todo para no escuchar lo que sentimos. El otro es el equivocado, el otro es
quien nos pone en peligro.
Estamos
cansados, derrotados y ya sin sueños. Buscamos el apoyo de otros y otras para
no volver a descubrir la horripilante soledad a la que nos hemos condenado.
Decimos lo que se supone, procuramos dejarle muy claro al otro lo que estamos
pensando; es que somos francos y directos; al parecer tenemos siempre la razón.
Cuando no nos celebran castigamos con algo muy parecido al desprecio...quien no
nos entiende no merece nuestro tiempo.
Levantamos
muros invisibles en torno a los que nos encuentran la razón...escribimos,
compartimos imágenes del mundo que nos gustaría con aquellos que no nos
contradigan. Nos morimos de gana de que a alguien le importe lo que sentimos,
lo que pensamos...pero nos importa muy poco lo que los otros sientan o piensen;
solo importamos nosotros.
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